miércoles, 27 de noviembre de 2013

El Partido Católico Nacional




FRANCISCO I. MADERO Y

EL PARTIDO CATÓLICO NACIONAL

Un hecho notable que hay que resaltar, en comparación de la gran corrupción generada por el PRI-Gobierno a lo largo de su historia, es que al final del porfirismo, cuando Francisco I. Madero toma posesión de la Presidencia en 1911, después del corte de caja practicado en la Tesorería General, el Secretario de Hacienda, D. José Ives Limantour había entregado $ 62,483,119.24

Poco antes de la caída del régimen de Porfirio Díaz, se fundó el Partido Católico Nacional en 1911,con el fin de inyectar principios católicos morales y sociales en la vida pública del país. 

Postula a Francisco I. Madero (quien también es postulado por otros partidos como el Constitucional Progresista, creado por el propio Madero) para la Presidencia de la República y a Francisco León de la Barra para la Vice-presidencia.[1]

La denominación de “Católico” fue justificado por los directores del Partido, aduciendo el ejemplo del Centro Católico Alemán, del Partido Católico y de la Liga Democrática Cristiana Belgas, así como de la Unión Electoral Católica Italiana, siguiendo el consejo del Papa Pío X para que los católicos se organizaran en grupos francamente católicos.[2]

Los postulados católicos defendidos por el Partido Católico, no dejaron de ser reconocidos y de hacer mella, como consecuencia de la larga dictadura porfirista, y en poco tiempo se habían alistado en él medio millón de adeptos, y hasta llegó a ser el de la mayoría en Estados como Jalisco, Michoacán, Guanajuato, México, Zacatecas y Colima.

Entre 1911 y 1913 el Partido Católico logró llevar a la Cámara de Senadores a 4 miembros, 29 a la de Diputados, 4 más al gobierno de otros tantos Estados y muchos más a las legislaturas locales
.[3]

También ganó siete elecciones de Gobernadores en: Querétaro, Jalisco, México, Zacatecas, Chiapas, Puebla, y Michoacán, pero en estos tres últimos Estados no le fueron reconocidos los triunfos. Una buena lección de cultura cívico-política la dio el Partido Católico al reconocer su derrota en Guanajuato.

El programa social del Partido Católico comprendía el establecimiento de sindicatos profesionales, el descanso dominical, y, especialmente, el patrimonio familiar, es decir, la pequeña propiedad de tierras fija en la familia e incapaz de ser vendida, hipotecada o dividida. 

En el aspecto político proponía también que los municipios quedaran libres de la intervención de la Federación que había en el porfirismo, y propugnaba por los derechos de las minorías, proponiendo una representación proporcional al número de habitantes (cuota electoral). El Órgano Oficial del Partido Católico se llamaba La Nación.

El programa del Padre Méndez Medina, S.J., del que hemos hablado antes, sirvió de base a las iniciativas de ley que el Partido Católico Nacional presentó al Congreso Federal, acerca del descanso dominical, de las Uniones profesionales o sindicatos, de los riesgos profesionales, etc., pero no llegaron a aprobarse por haberlo impedido el cuartelazo de Victoriano Huerta en 1913.

En Jalisco (tierra de Don Efraín González Luna, quien entonces tenía 15 años de edad, lo cual es importante en términos de los “procesos de socialización política” [4] de los fundadores del Partido Acción Nacional. 

Además, años más tarde, González Luna participaría, junto con los que serían antiguos miembros del Partido Católico Nacional, en reuniones y conferencias organizadas por la Confederación Católica del Trabajo, fundada en 1920),[5] triunfaron todos los candidatos del Partido Católico Nacional y la Legislatura Católica tuvo la oportunidad de discutir más leyes sociales por iniciativa de los diputados católicos.

Las principales fueron sobre: Instrucción Pública, para favorecer la libertad de enseñanza; Patrimonio Familiar; Municipio Libre; Descanso Dominical; reconocimiento de las Uniones Profesionales y exención de impuestos a las Cajas Rurales; Representación Proporcional. 

Varias de estas iniciativas fueron promulgadas y, conforme a la representación proporcional, los católicos jalisciences dieron entrada en el Gobierno a las minorías.[6] Por desgracia, el mismo cuartelazo de Victoriano Huerta arruinó esta brillante legislación.

La actuación del Partido Católico fue en general correcta y mereció elogios de liberales y de no católicos por su buena organización y por el fiel sostenimiento de su programa. 

Victoriano Huerta mandó arrestar y desterrar a Gabriel Fernández Somellera, fundador del Partido, y a Enrique Zepeda, que editaba La Nación.

El licenciado Eduardo J. Correa describe el ambiente en el que se decidió la candidatura de Madero:

los ánimos se habían caldeado, después hablamos tres o cuatro personas más, la voz prestigiosa y sonora del señor licenciado de la Hoz, quien había permanecido ajeno al debate, se alzó para derramar sobre los espíritus suave rocío de paz. 

Nos recordó que éramos cristianos, que es sinónimo de amor; propuso que eleváramos nuestras almas a Dios antes de que diéramos nuestros votos, y con emoción hondísima, que puso el aplauso en las manos y las lágrimas en los ojos, recitó las estrofas del “Veni Creator”, que fueron escuchadas con religioso silencio.

Se recogió la votación, y entre un entusiasmo delirante, saludada y acompañada con palmadas y vivas, se proclamó que el Partido Católico Nacional sostendría la candidatura de Francisco I. Madero para presidente de la República... 

La designación de Madero como candidato fue perfectamente recibida en lo general, y constituyó, para mí, uno de los aciertos del Partido Católico, que así logró vitalidad y resonantes triunfos.[7]

Los Principios del Partido Católico le parecieron bien a Madero, quien comunicó al Partido lo siguiente:

Considero la organización del Partido Católico en México como el primer fruto de las libertades que hemos conquistado. Su programa revela ideas avanzadas y el deseo de colaborar para el progreso de la Patria de un modo serio y dentro de la Constitución…[8]

Principios, Identidad y Mística


Sobre lo que hoy en día llamaríamos identidad y mítica como características de un auténtico partido político al servicio del Bien Común, Eduardo J. Correa escribió:

Vengamos ahora a lo que a los principios atañe. Sabido es que si los católicos nos resolvimos a actuar en la vida cívica, tomando participación en los asuntos públicos, no fue para tener honores ni para disfrutar medros, sino para desarrollar la acción social a que debe aspirar todo partido, que no sea personalista. 

Para lograr el encumbramiento de amigos, nos habría bastado con seguir los procedimientos marcados por la actuación liberal.

Pero nosotros perseguimos hondas y trascendentales reivindicaciones, que nos lleven al mejoramiento social a que aspiramos, y consecuentes con nuestros ideales, hemos creído que la restauración anhelada no podrá venir sino volviendo a Cristo. 

Por eso escribimos su Santo Nombre, en primer lugar, en el lema de nuestro Partido, para que nos sirva de guía y bandera, de luz y de cima, así es que con nosotros estarán aquellos que vayan de acuerdo con nuestros principios...”

Con su sincera vocación política, el licenciado Correa dio ejemplar testimonio de congruencia entre lo que escribía y vivía, recordándonos la máxima que tanto gustaba a Manuel Gómez Morín, “Iguala con la vida el pensamiento”:

A la entrada de los carrancistas – escribe Correa - me vi perseguido y tuve necesidad de ocultarme... Todos mis bienes habían sido incautados; mis parientes y amigos de Aguascalientes no podían ayudarme. 

Llegué a duros extremos de pobreza; por meses en mi hogar no se conoció la leche y en una humildísima casa de la calle del Chopo nos amontonamos mis 10 hijos, mi mujer y yo.

Los únicos que me tendieron la mano, procurando ayudarme, en forma inolvidable por la manera tan discreta con que lo hicieron, fueron el R.P. don Pascual Díaz, S.J., más tarde Arzobispo de México, y don Blas Ruiz... 

Sirva esta nota para que quede consignada mi gratitud para los que en mi época de prueba me impartieron ayuda, cuyos nombres quedan escritos, y a los que hay que añadir el del señor doctor don Miguel Silva, quien por súplicas de un primo mío, Manuel Olavarrieta, influyó para que a mi esposa y a mí nos fueran devueltos los bienes que nos habían incautado, y al que ni de vista conocía.

Programa del Partido Católico Nacional

  1. El Partido Católico Nacional, dentro de las instituciones existentes, ejercitará el derecho de exigir la reforma de la legalidad por medio de la legalidad, sobre la base constitucional de la libertad religiosa.

  1. Defenderá, aún a costa de los bienes y de la vida de sus afiliados, la independencia y la integridad del territorio nacional.

  1. Trabajará porque sea efectiva la libertad de enseñanza, y no se haga de ella una criminal irrisión.

  1. Se empeñará denodadamente en conseguir que las instituciones democráticas y republicanas, principalmente la del libre sufragio, sean una verdad en todo el país. Para ese fin acepta el principio de la no reelección en su mayor amplitud, en cuanto a los poderes ejecutivo, federal y del estado.

  1. Hará cuanto esté a su alcance porque se establezca la inamovilidad del poder judicial, como la mejor garantía de su independencia, y el medio más eficaz de establecer y consolidar la paz en la República.

  1. Se esforzará por aplicar a los modernos problemas sociales, para bien del pueblo obrero y de todo el proletariado agrícola e industrial, las soluciones que el Cristianismo suministra, como las únicas que, conciliando los derechos del capital y del trabajo, podrán ser eficaces para mejorar las condiciones de vida de las clases trabajadoras, sin perturbaciones del orden y menoscabo de los derechos de los capitalistas y empresarios.

  1. Pondrán especial empeño en la fundación, desarrollo y fomento de las instituciones de crédito para la agricultura y la industria en pequeño, a fin de sustraerlas a la acción de la usura y de favorecer el libre desenvolvimiento de esas principales fuentes de la riqueza pública.

  1. Constituido sobre las anteriores bases que la democracia, el patriotismo y la religión aprueban, el Partido Católico Nacional adopta como fórmula de sus altas aspiraciones, este augusto lema:

“Dios, Patria y Libertad”

México, mayo 11 de 1911.*

Léase "El Partido Católico Nacional (1911-1917)":


* Cf. López Ríos, Bernardo. Precursor del PAN: el Partido Católico Nacional, en Palabra, Revista doctrinal e ideológica del Partido Acción Nacional, Año 16, No. 63, enero-marzo, México 2003, pp. 79-88



[1] Cf. Lajous, Alejandra. Los Partidos Políticos en México, Premiá Editora, México 1985, p. 59
[2] Cf. Bravo Ugarte, José. Historia de México, Independencia, Caracterización Política e Integración Social, Tomo III, Volumen I, editorial JUS, México 1962, p. 426
[3] Schlarman, Joseph. México, Tierra de Volcanes, De Hernán Cortés a Miguel de la Madrid Hurtado, editorial Porrúa, México 1984, p. 506
[4] Cf. Rocher, Guy. Introducción a la Sociología General, editorial Herder, Barcelona 1979, pp. 131-175
[5] Cf. González Luna, Efraín. Los Católicos y la Política en México, Condición Política de los Católicos Mexicanos, editorial JUS, México 1988
[6] Cf. Bravo Ugarte, José. Compendio de Historia de México, editorial JUS, México 1984
[7] Cf. Correa J., Eduardo. El Partido Católico Nacional y sus directores, Fondo de Cultura Económica, México 1991
[8] Gutiérrez Casillas, S.J., José. Breve Historia de la Iglesia Católica en México, Ediciones Promesa, México 1992, p. 39

2 comentarios:

  1. Soy Católico, Apostólico y Bajo la Sede de Pedro!!! Y antes moriría que dejar de serlo. "La Patria es primero", NO. Primero DIOS, y por amor a Él y a su Iglesia, amo y doy la vida por mi patria.

    ResponderEliminar
  2. ¡¡Viva México!! ¡¡¡Viva la Virgen de Guadalupe!!! ¡¡Viva su Iglesia!! México es CATÓLICO, y toda la sangre derramada en el s. XX de sus mártires y la Virgen de Guadalupe lo han bendecido como ninguna otra nación. Aunque parezca que "los malos" ganan. No hay que temer, porque "tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y los poderes del Infierno no podrán sobre ella". ¡¡Viva México católico!!

    ResponderEliminar