jueves, 28 de noviembre de 2013

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Los Aliados triunfan sobre las potencias del Eje poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial. En la Conferencia de Postdam (en las afueras de Berlín), en la que participan Churchill, Truman y Stalin, se delimitan territorios: 

Alemania estaría dividida en cuatro zonas de ocupación; Europa Oriental quedaba dentro de la esfera de influencia soviética, Europa Occidental correspondería a la influencia estadounidense; en las naciones recién liberadas debería instaurarse la democracia, pero los soviéticos no cumplieron su parte.

El costo de la vida sube en México en 270 %. El Gobierno asegura 17 millones de pesos como contribución anual por la expropiación petrolera.

Se aprueba un Tratado de Aguas entre Estados Unidos y México. El PAN demostró que se entregaban 24 ríos mexicanos para cultivos texanos.

Se “destapa” a Miguel Alemán, Ministro de Gobernación, como candidato del PRM a la Presidencia de la República; recuerda Vasconcelos: 

El problema para Estados Unidos, al terminar el periodo del general Ávila Camacho, era muy sencillo: necesitaban un amigo de fiar, en la presidencia de México; uno que hubiese demostrado, con hechos, su decisión de colaborar en la acción internacional de Washington convertido en primera potencia mundial… 

A mano tenían al licenciado Miguel Alemán, secretario de Gobernación de Ávila Camacho, que sin escándalo y más bien discretamente, había estado colaborando con la policía internacional norteamericana a efecto de capturar y entregar a los alemanes residentes en México, pero requeridos por el servicio norteamericano de espionaje.[1]  

En los discursos del candidato Miguel Alemán se notan “similitudes” con los conceptos panistas. Acción Nacional propone la renovación de la Ley Electoral.

Ávila Camacho reforma con sentido conciliatorio el Artículo 3º Constitucional, eliminando sus aspectos socializantes. Envía un proyecto de nueva Ley Electoral.

En la opinión pública prevalecía que el camino a seguir era el de la industrialización. Sin duda el PAN influyó en ello; debía terminarse con la agitación en el agro.

Alan Riding señala que la Segunda Guerra Mundial fue la que marcó el final de la revolución agraria y el principio de la revolución industrial, más que cualquier estrategia del régimen de Ávila Camacho. 

A Estados Unidos le urgía comprar nuestras materias primas y contribuyó con capital y tecnología. La Guerra también sirvió como pretexto contra muchas políticas de Cárdenas. 

El apoyo del Partido Comunista a los países del Eje sirvió para purgar a los izquierdistas de la CTM, incluyendo a Lombardo Toledano.

Ávila Camacho tuvo la fuerza suficiente para dejar fuera al sector militar del PRM.



[1] Vasconcelos. Breve Historia de México, op. cit., p. 414

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