Un
Partido con Alma *
Por
Carlos Castillo Peraza
En
primer lugar, quiero agradecerles a todos ustedes todo lo que ha pasado hoy.
En
segundo lugar, quiero decirles que había muy queridos amigos míos dispuestos a
tomar ahora la palabra, pero prefiero asumir mi responsabilidad en la victoria
o en la derrota, porque yo soy el que estoy encabezando.
No le
quiero dejar a nadie herencias de ninguna especie en estas materias. No se las
he dejado a nadie nunca y no lo voy a hacer hoy.
No
creo, señoras y señores consejeros, que en este momento esté en juego la unidad
del Partido.
Ninguno
de nosotros tres, ni Rodolfo, ni Alfredo, ni yo, hemos imaginado que de este
Consejo saliéramos con una crisis institucional.
La
decisión previa tomada por mí era más radical que otras porque sé le cuestan al
Partido las crisis institucionales.
Y si en
mi primera intervención yo dije, y dije muy claro, que nunca he fundado una
capilla enfrente, menos lo haría ahora que tenemos una basílica, no una capilla.
Y esta
basílica, que no es una capilla, no se va a disociar en capillas. Esta basílica sí se sostiene por el
sentido institucional, pero
¿en
dónde está la raíz del sentido de la institucionalidad?,
¿lo
está acaso en esta manera de pensar según la cual ya estamos fatalmente
condenados a lo que ya hicimos?
Sería
un fatalismo ajeno al concepto de libertad que tenemos en Acción Nacional y que
hemos defendido a capa y espada en México y dentro del Partido.
A
diferencia de Juan Miguel, creo firmemente que nunca ha sido anti-institucional
un voto de reflexión.
Yo no
les vengo a pedir que voten “institucionales”; ese apellido no lo tiene Acción
Nacional, lo tiene otro Partido.
Estimo
que precisamente porque no tenemos ese apellido, ni lo queremos, en este
Partido todos los votos deben ser de reflexión, ninguno no debe ser de
reflexión.
Todos
los votos deben ser de razón. Así se crean en la historia las instituciones: a
punta de razonar lo que se hace y no de cegarse por la institución.
Porque
institución sin razón, institución sin visión, institución sin mirada y que ni
siquiera tome en cuenta el sentido de lo que dice el reglamento y los estatutos
para casos como éste, sería una pobre institución.
Dicho
esto, permítanme describirles el Partido que con muchos jóvenes a lo largo de
mucho tiempo he soñado, en un México de 40 millones de pobres.
En un
México de ecuaciones macroeconómicas casi perfectas, que dan como resultado 40
millones de mexicanos pobres, sueño con un Partido que asuma esa causa.
Ésa, la
de los agraviados económicamente; la de aquellos que ni siquiera pueden pensar
en votar; porque antes tienen que pensar en comer.
A esos
quisiera yo que sirviera Acción Nacional, porque además son la mayoría, y son
los que dan los triunfos.
Los
triunfos que posiblemente pueda dar una maquinaria, tal vez no sean los
triunfos de los pobres, sino de los maquinistas.
En un
México agraviado políticamente, sistemáticamente agraviado políticamente, en
donde los agraviados hemos sido nosotros, no pienso en un Partido que pase una
factura.
Sería
elegir la venganza en el criterio de acción de un Partido que es noble y que
tiene la generosidad en su propio lema.
Pienso
en un Partido que para resolver el agravio político pueda decir claramente lo
que es a esos 40 millones de mexicanos, para que no los engañen con
solidaridades ficticias de programa, sino para que vivan la generosidad como
virtud que es la bandera de Acción Nacional.
En ese
Partido sueño.
Sueño
en un Partido claro y bien organizado por claro: porque la claridad viene de la
reflexión.
La
reflexión que muchas veces hemos dejado de hacer por sentido “institucional” o
porque nos comen las campañas electorales y nos neurotizan las escaramuzas
políticas.
Un
Partido que se siente a pensarse a sí mismo frente a retos nuevos, pues cuando
aún no hemos resuelto los problemas de ayer ni los de hoy, ya están aquí los de
mañana.
¿Qué
vamos a decir de la nación, que sí tenemos como apellido, en un mundo que se
integra en bloques?
¿Qué
vamos a pensar de la variedad de culturas cuando necesitamos tener la
suficiente capacidad de universalidad para que haya ley, para que haya derecho,
si no nos desperdigamos y nos “yugoslavizamos”?
Sueño
con un Partido al que no lleven al baile con el chantaje político de los
recientes conversos a la democracia, o con el apapacho de quienes apenas
empezaron a hablar de política y mueren por el apapacho de un recién converso a la democracia.
Somos o
no somos.
Sueno
con ese Partido.
En un
Partido que no se sienta en una mesa a ver qué hace, sino que va a la mesa
porque antes supo qué tenía que hacer.
Y sueño
con el Partido, como les dije por la mañana, con ustedes.
No
desconozco, nadie puede desconocer hoy, lo que vale, lo que pesa y lo que cuenta
una organización.
Pero
una organización sin alma se muere de sí misma, se carcome a sí misma: es una
serpiente que se muerde la cola.
Y hoy
vengo aquí a defender una opción.
Y
sépanlo claro para que, si el voto de ustedes es por mí en la que será la última
votación –porque asó lo he decidido: si voy abajo me retiro-, piensen en esta
opción.
Piénsenla
bien, señores consejeros, porque yo la tengo bien pensada y por eso hice esta
campaña:
el
Partido que tiene maquinaria pero no tiene alma;
el
Partido que descuida el alma por crear la maquinaria;
el
Partido que se juega la institucionalidad,
o el Partido que le va a decir a
México como le dijo Gómez Morín, con cincuenta años de anticipación, cómo iba a
ser su futuro.
Si no
le damos futuro al Partido y si no le damos futuro al pueblo, de nada nos
sirven 50 mil comités municipales.
Eso les
invito a pensar. Ésta es mi opción. La defenderé si gano y la defenderé si
pierdo.
Pero yo
creo que es la opción que debe hacer Acción Nacional.
No me voy con la ilusión
de que la organización lo resuelva todo.
He
visto organizaciones gigantescas, como el Partido Comunista de la Unión
Soviética, desmoronarse en unos minutos porque ya no tenían alma.
Porque
el ideal del refrigerador fue más fuerte que la organización y yo no quiero eso
ni para Acción Nacional ni para México.
Decidan.
* Discurso final ante el Consejo Nacional del PAN, pronunciado el 6 de marzo de 1993 y publicado en Palabra, revista doctrinal e ideológica del Partido Acción Nacional,
fundada por Carlos Castillo Peraza, Núm. 24, abril-junio, México, 1993, pp. 14-16 y
transcrito de Carlos Castillo Peraza, El
Porvenir Posible, Fondo de Cultura Económica, México, 2006, pp. 496-499. Después de este magnífico discurso los consejeros votaron y resultó electo como Presidente de Acción Nacional el gran ideólogo y militante Carlos Castillo Peraza
Una lección de verdadero amor a los ideales del partido, claro, transparente, emotivo, con una estrategia bien pensada y totalmente definida, seguro de lo que estaba proponiendo a tal grado que puso en juego su posición si es que su propuesta no era aceptada, pero iba a ir con todo ganara o perdiera, comprometido con sus ideales y convicciones, comprometido con México. Gracias Bernardo por compartirme esto, saludos.
ResponderEliminar