LOS
TRATADOS DE BUCARELI
Durante el Gobierno del general Álvaro Obregón
(1920-1924) se cometieron graves errores, entre los principales: la imposición
de la candidatura del general Calles y las concesiones anticonstitucionales en
materia agraria y petrolera que hizo a los Estados Unidos para obtener su reconocimiento
y apoyo (los Tratados de Bucareli o Tratados Warren-Pani, que mantienen alguna
afinidad con el traidor Tratado MacLane-Ocampo del gobierno juarista de 1859,
por el cual se puso al país en manos de nuestros poderosos vecinos del Norte).
En efecto, desde la muerte del Presidente Venustiano
Carranza (1920), el Gobierno de los Estados Unidos no había reconocido al de
México, debido a las cuestiones pendientes, principalmente en lo relacionado
con la nacionalización de los derechos al petróleo decretada por el artículo 27
de la Constitución de 1917.
Pero en los Tratados de Bucareli de 1923, se llegó a un
compromiso: las tierras que eran propiedad de extranjeros quedarían excluidas
de la reforma agraria, una comisión especial estudiaría las reclamaciones de
compensaciones y se ratificaron las concesiones petroleras a extranjeros,
aunque se emplearía un nuevo impuesto sobre la producción para cubrir las
obligaciones de la deuda externa de México.[1]
En agosto de 1923, Estados Unidos otorgó su pleno reconocimiento, por fin.[2]
Un grupo de senadores rechazaba los Tratados de Bucareli
y pedía que no se dieran a conocer. En 1924 Francisco Field Jurado, senador de
Campeche, resulta muerto y otros tres fueron secuestrados por haberse opuesto a
estos Tratados, sobre los cuales, afirma José Vasconcelos:
Esto es
precisamente lo que quería el plan Poinsett [3]:
la desaparición del español como propietario de la tierra mexicana y, en
seguida del español, la desaparición también del propietario mexicano.
De
suerte que fue Obregón quien dio el primer paso para la total transferencia de
la propiedad raíz de México en provecho de los norteamericanos.[4]
El escritor mexicano Adolfo Arrioja Vizcaíno
presentó en el año 2006 "Los
protocolos secretos de Versalles a Bucareli", novela histórica en la que
pretende demostrar "la dependencia histórica de México con los Estados
Unidos en los aspectos político, económico y militar".
Arrioja, doctor en derecho, dijo que la dependencia de México se remonta a
1923 cuando firmó con los Estados Unidos los Tratados de Bucareli, en los que
la potencia mundial dio reconocimiento diplomático al gobierno del presidente
mexicano Álvaro Obregón, después de la revolución mexicana (1910-1917).
Explicó que dentro de los tratados existen una serie de
protocolos secretos que sólo se han dado a conocer parcialmente en los Estados
Unidos porque contienen una cláusula de silencio que vence en el 2023, pero que
él revela en su libro valiéndose de información documental y de "primera
mano".
Por ejemplo, asegura que México se comprometió entonces a
"no desarrollar la industria petrolera, bélica, aérea y marítima por un
periodo de 75 años, asegurando a Estados Unidos la neutralidad de México con
respecto a cualquier enfrentamiento bélico".
Parte de los hechos que se cuentan en el libro editado
por Grijalbo le fueron narrados al autor por Naborina González Roa, su tía
abuela, quien en muchas ocasiones acompañó a su hermano Fernando González Roa,
una figura clave en la firma de los tratados entre ambos países.
Arrioja agregó que estos protocolos siguen teniendo
efecto en la actualidad, ya que algunos de sus apartados contemplaban que
México debía dar preferencia a EEUU en todos los contratos de suministros y de
tecnología si nacionalizaba su industria petrolera.
"Si se hiciera una revisión de los contratos que
celebra Petróleos Mexicanos (PEMEX) se vería que el noventa por ciento lo hace
con empresas estadounidenses", apuntó.
Los acuerdos de 1923 también impidieron la consolidación
de la reforma agraria, argumenta, porque los recursos para el campo se
utilizaron para pagar compensaciones a los estadounidenses que poseían grandes
latifundios en México y que les fueron expropiados durante la revolución.
La falta de inversión agraria en México en ese momento
produjo que ahora "el campo mexicano se dedique a exportar personas a los
Estados Unidos", manifestó el autor.[5]
[1] Cf. Gutiérrez Casillas, S.J., José Jesuitas en México durante el Siglo XX, editorial Porrúa, México,
1972
[2] Cf. Riding, Alan. Vecinos
Distantes: un retrato de los mexicanos, editorial Joaquín Mortiz / Planeta,
México, 1985, p. 65
[3] Joel Roberts Poinsett (1779-1851). Agente del imperialismo yanqui
en México, apoyó con entusiasmo la Doctrina Monroe y organizó en México a las
logias masónicas yorkinas. Ya desde 1812 estaba en la Nueva España como agente
secreto de la poderosa nación vecina para procurar insurreccionar al país, de
manera que el movimiento insurgente favoreciera los planes de extensión
territorial que ya por entonces abrigaba su gobierno (Francisco Azcárate reveló
que Monroe, por conducto de Poinsett, pretendía que México cediera a Estados
Unidos parte de su territorio). Poinsett propuso a Agustín de Iturbide la
anexión a los Estados Unidos de la parte norte de México y el establecimiento
de una República Federal (contraria al Plan de Iguala y semejante a la
estadounidense), pero el Emperador Iturbide rechazó dignamente estas traidoras
proposiciones; Poinsett comenzó a calumniar a Iturbide y a intrigar con todos
los políticos descontentos, persuadiéndolos de que lo que México necesitaba era
la República Federal (Cf. Márquez Montiel, S.J., Joaquín Apuntes de Historia Genética Mexicana); Poinsett y otros liberales
como Ramos Arizpe, Michelena, etc., serían los responsables de la caída del
Imperio de Iturbide. “La tendencia mexicanista de Iturbide - afirma Vasconcelos
- era sincera. Del otro lado, en el liberalismo, se movía la influencia
extranjera”. En 1825 el presidente Adams envió a Poinsett a México como ministro
plenipotenciario, comisionado para gestionar la compra de Texas en cinco
millones de dólares, pero no lo logró; años más tarde los agentes de la anexión
de Texas a Estados Unidos encontraron en Poinsett un amigo proclive a esta
maniobra.
[4] Vasconcelos, José. Breve
Historia de México, Colección Linterna Mágica, No. 30, editorial Trillas,
México, 1998, p. 362
[5] Cf. Periódico El Financiero
en línea, viernes 25 de agosto, México, 2006. Con información de EFE
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