EL PARTIDO CATÓLICO
NACIONAL
Un hecho notable que hay que resaltar,
en comparación de la gran corrupción generada por el PRI-Gobierno a lo largo de
su historia, es que al final del porfirismo, cuando Francisco I.
Madero toma posesión de la Presidencia en 1911, después del corte de caja
practicado en la Tesorería General, el Secretario de Hacienda, D. José Ives
Limantour había entregado $ 62,483,119.24
Poco antes de la caída del régimen de Porfirio Díaz, se fundó el Partido Católico Nacional en 1911,con el fin de inyectar principios católicos morales y sociales en la vida pública del país.
Postula a Francisco I. Madero (quien
también es postulado por otros partidos como el Constitucional Progresista,
creado por el propio Madero) para la Presidencia de la República y a Francisco
León de la Barra para la Vice-presidencia.[1]
La denominación de “Católico” fue justificado por los directores del Partido, aduciendo el ejemplo del Centro Católico Alemán, del Partido Católico y de la Liga Democrática Cristiana Belgas, así como de la Unión Electoral Católica Italiana, siguiendo el consejo del Papa Pío X para que los católicos se organizaran en grupos francamente católicos.[2]
Los postulados católicos defendidos por el Partido Católico, no dejaron de ser reconocidos y de hacer mella, como consecuencia de la larga dictadura porfirista, y en poco tiempo se habían alistado en él medio millón de adeptos, y hasta llegó a ser el de la mayoría en Estados como Jalisco, Michoacán, Guanajuato, México, Zacatecas y Colima.
Entre 1911 y 1913 el Partido Católico logró llevar a la Cámara de Senadores a 4 miembros, 29 a la de Diputados, 4 más al gobierno de otros tantos Estados y muchos más a las legislaturas locales.[3]
También ganó siete elecciones de Gobernadores en: Querétaro, Jalisco, México, Zacatecas, Chiapas, Puebla, y Michoacán, pero en estos tres últimos Estados no le fueron reconocidos los triunfos. Una buena lección de cultura cívico-política la dio el Partido Católico al reconocer su derrota en Guanajuato.
El programa social del Partido Católico comprendía el establecimiento de sindicatos profesionales, el descanso dominical, y, especialmente, el patrimonio familiar, es decir, la pequeña propiedad de tierras fija en la familia e incapaz de ser vendida, hipotecada o dividida.
En el aspecto político proponía también que
los municipios quedaran libres de la intervención de la Federación que
había en el porfirismo, y propugnaba por los derechos de las minorías,
proponiendo una representación proporcional al número de habitantes (cuota
electoral). El Órgano Oficial del Partido Católico se llamaba La Nación.
El programa del Padre Méndez Medina, S.J., del que hemos hablado antes, sirvió de base a las iniciativas de ley que el Partido Católico Nacional presentó al Congreso Federal, acerca del descanso dominical, de las Uniones profesionales o sindicatos, de los riesgos profesionales, etc., pero no llegaron a aprobarse por haberlo impedido el cuartelazo de Victoriano Huerta en 1913.
En Jalisco (tierra de Don Efraín González Luna, quien entonces tenía 15 años de edad, lo cual es importante en términos de los “procesos de socialización política” [4] de los fundadores del Partido Acción Nacional.
Además, años más tarde, González
Luna participaría, junto con los que serían antiguos miembros del Partido
Católico Nacional, en reuniones y conferencias organizadas por la Confederación
Católica del Trabajo, fundada en 1920),[5]
triunfaron todos los candidatos del Partido Católico Nacional y la Legislatura
Católica tuvo la oportunidad de discutir más leyes sociales por iniciativa de
los diputados católicos.
Las principales fueron sobre:
Instrucción Pública, para favorecer la libertad de enseñanza; Patrimonio
Familiar; Municipio Libre; Descanso Dominical; reconocimiento de las Uniones
Profesionales y exención de impuestos a las Cajas Rurales; Representación Proporcional.
Varias de estas iniciativas fueron promulgadas y, conforme a la representación
proporcional, los católicos jalisciences dieron entrada en el Gobierno a las
minorías.[6]
Por desgracia, el mismo cuartelazo de Victoriano Huerta arruinó esta brillante
legislación.
La actuación del Partido Católico fue en general correcta y mereció elogios de liberales y de no católicos por su buena organización y por el fiel sostenimiento de su programa.
Victoriano Huerta mandó arrestar y desterrar a
Gabriel Fernández Somellera, fundador del Partido, y a Enrique Zepeda, que
editaba La Nación.
El licenciado Eduardo J. Correa describe el ambiente en
el que se decidió la candidatura de Madero:
los ánimos se
habían caldeado, después hablamos tres o cuatro personas más, la voz
prestigiosa y sonora del señor licenciado de la Hoz, quien había permanecido
ajeno al debate, se alzó para derramar sobre los espíritus suave rocío de paz.
Nos recordó que éramos cristianos, que es sinónimo de amor; propuso que
eleváramos nuestras almas a Dios antes de que diéramos nuestros votos, y con
emoción hondísima, que puso el aplauso en las manos y las lágrimas en los ojos,
recitó las estrofas del “Veni Creator”,
que fueron escuchadas con religioso silencio.
Se
recogió la votación, y entre un entusiasmo delirante, saludada y acompañada con
palmadas y vivas, se proclamó que el
Partido Católico Nacional sostendría la candidatura de Francisco I. Madero para
presidente de la República...
La designación de Madero como candidato fue
perfectamente recibida en lo general, y constituyó, para mí, uno de los
aciertos del Partido Católico, que así logró vitalidad y resonantes triunfos.[7]
Los Principios del Partido Católico le parecieron bien a Madero, quien comunicó al Partido lo siguiente:
Considero
la organización del Partido Católico en México como el primer fruto de las
libertades que hemos conquistado. Su programa revela ideas avanzadas y el deseo
de colaborar para el progreso de la Patria de un modo serio y dentro de la
Constitución…[8]
Principios, Identidad y Mística
Sobre lo que hoy en día llamaríamos identidad y mítica
como características de un auténtico partido político al servicio del Bien
Común, Eduardo J. Correa escribió:
Vengamos ahora a
lo que a los principios atañe. Sabido es que si los católicos nos resolvimos a
actuar en la vida cívica, tomando participación en los asuntos públicos, no
fue para tener honores ni para disfrutar medros, sino para desarrollar la
acción social a que debe aspirar todo partido, que no sea personalista.
Para
lograr el encumbramiento de amigos, nos habría bastado con seguir los
procedimientos marcados por la actuación liberal.
Pero nosotros
perseguimos hondas y trascendentales reivindicaciones, que nos lleven al
mejoramiento social a que aspiramos, y consecuentes con nuestros ideales, hemos
creído que la restauración anhelada no podrá venir sino volviendo a Cristo.
Por
eso escribimos su Santo Nombre, en primer lugar, en el lema de nuestro Partido,
para que nos sirva de guía y bandera, de luz y de cima, así es que con nosotros
estarán aquellos que vayan de acuerdo con nuestros principios...”
Con su sincera vocación política, el licenciado Correa
dio ejemplar testimonio de congruencia entre lo que escribía y vivía,
recordándonos la máxima que tanto gustaba a Manuel Gómez Morín, “Iguala con la
vida el pensamiento”:
A la entrada de
los carrancistas – escribe Correa - me vi perseguido y tuve necesidad de
ocultarme... Todos mis bienes habían sido incautados; mis parientes y amigos de
Aguascalientes no podían ayudarme.
Llegué a duros extremos de pobreza; por
meses en mi hogar no se conoció la leche y en una humildísima casa de la calle
del Chopo nos amontonamos mis 10 hijos, mi mujer y yo.
Los únicos que
me tendieron la mano, procurando ayudarme, en forma inolvidable por la manera
tan discreta con que lo hicieron, fueron el R.P. don Pascual Díaz, S.J., más
tarde Arzobispo de México, y don Blas Ruiz...
Sirva esta nota para que quede
consignada mi gratitud para los que en mi época de prueba me impartieron ayuda,
cuyos nombres quedan escritos, y a los que hay que añadir el del señor doctor
don Miguel Silva, quien por súplicas de un primo mío, Manuel Olavarrieta,
influyó para que a mi esposa y a mí nos fueran devueltos los bienes que nos
habían incautado, y al que ni de vista conocía.
Programa
del Partido Católico Nacional
- El
Partido Católico Nacional, dentro de las instituciones existentes,
ejercitará el derecho de exigir la reforma de la legalidad por medio de la
legalidad, sobre la base constitucional de la libertad religiosa.
- Defenderá,
aún a costa de los bienes y de la vida de sus afiliados, la independencia
y la integridad del territorio nacional.
- Trabajará
porque sea efectiva la libertad de enseñanza, y no se haga de ella una
criminal irrisión.
- Se
empeñará denodadamente en conseguir que las instituciones democráticas y
republicanas, principalmente la del libre sufragio, sean una verdad en
todo el país. Para ese fin acepta el principio de la no reelección en su
mayor amplitud, en cuanto a los poderes ejecutivo, federal y del estado.
- Hará
cuanto esté a su alcance porque se establezca la inamovilidad del poder
judicial, como la mejor garantía de su independencia, y el medio más
eficaz de establecer y consolidar la paz en la República.
- Se esforzará por aplicar a los modernos problemas sociales, para bien del pueblo obrero y de todo el proletariado agrícola e industrial, las soluciones que el Cristianismo suministra, como las únicas que, conciliando los derechos del capital y del trabajo, podrán ser eficaces para mejorar las condiciones de vida de las clases trabajadoras, sin perturbaciones del orden y menoscabo de los derechos de los capitalistas y empresarios.
- Pondrán
especial empeño en la fundación, desarrollo y fomento de las instituciones
de crédito para la agricultura y la industria en pequeño, a fin de
sustraerlas a la acción de la usura y de favorecer el libre
desenvolvimiento de esas principales fuentes de la riqueza pública.
- Constituido
sobre las anteriores bases que la democracia, el patriotismo y la religión
aprueban, el Partido Católico Nacional adopta como fórmula de sus altas
aspiraciones, este augusto lema:
“Dios,
Patria y Libertad”
México, mayo 11 de 1911.*
Léase "El Partido Católico Nacional (1911-1917)":
* Cf. López Ríos, Bernardo. Precursor del
PAN: el Partido Católico Nacional, en Palabra, Revista doctrinal e
ideológica del Partido Acción Nacional, Año 16, No. 63, enero-marzo, México
2003, pp. 79-88
[1] Cf. Lajous,
Alejandra. Los Partidos Políticos en México, Premiá Editora, México
1985, p. 59
[2] Cf. Bravo Ugarte,
José. Historia de México, Independencia, Caracterización Política e
Integración Social, Tomo III, Volumen I, editorial JUS, México 1962, p. 426
[3] Schlarman,
Joseph. México, Tierra de Volcanes, De Hernán Cortés a Miguel de la
Madrid Hurtado, editorial Porrúa, México 1984, p. 506
[4] Cf. Rocher, Guy.
Introducción a la Sociología General, editorial Herder, Barcelona 1979, pp.
131-175
[5] Cf. González Luna,
Efraín. Los Católicos y la Política en México, Condición Política de
los Católicos Mexicanos, editorial JUS, México 1988
[6] Cf. Bravo Ugarte,
José. Compendio de Historia de México, editorial JUS, México 1984
[7] Cf. Correa J., Eduardo. El Partido
Católico Nacional y sus directores, Fondo de Cultura Económica, México 1991
[8] Gutiérrez
Casillas, S.J., José. Breve Historia de la Iglesia Católica en México,
Ediciones Promesa, México 1992, p. 39
Soy Católico, Apostólico y Bajo la Sede de Pedro!!! Y antes moriría que dejar de serlo. "La Patria es primero", NO. Primero DIOS, y por amor a Él y a su Iglesia, amo y doy la vida por mi patria.
ResponderEliminar¡¡Viva México!! ¡¡¡Viva la Virgen de Guadalupe!!! ¡¡Viva su Iglesia!! México es CATÓLICO, y toda la sangre derramada en el s. XX de sus mártires y la Virgen de Guadalupe lo han bendecido como ninguna otra nación. Aunque parezca que "los malos" ganan. No hay que temer, porque "tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y los poderes del Infierno no podrán sobre ella". ¡¡Viva México católico!!
ResponderEliminar