martes, 21 de septiembre de 2021

Manuel Gómez Morín y la Cultura Política Mexicana

 


Manuel Gómez Morín 
y la 
Cultura Política Mexicana

Por Bernardo López Ríos *

 * Católico, Apostólico y Romano, fiel a las enseñanzas de Su Santidad el Papa Francisco, de Su Santidad Benedicto XVI, Papa Emérito, del Concilio Vaticano II y del Magisterio de la Iglesia Católica


La Cultura Política Mexicana

“En 1938 – le decía Manuel Gómez Morín al matrimonio Wilkie - ya había en México una situación intolerable: una amenaza inminente de pérdida de la libertad… Entonces pensamos en la necesidad de revisar todo el problema político de México, porque en la base de ese problema está la falta de ciudadanía: no habíamos sido formados ciudadanos; no teníamos antecedentes de ciudadanía. Primero, los años de la Colonia, en los que nos tocaba callar y obedecer, y nada más. Después, a raíz de la Independencia, empezaron las guerras civiles; luego, la época de la Intervención y las guerras extranjeras. No tuvimos oportunidad de organizar nuestra democracia…

Treinta años del porfiriato que no creó, y esa fue su culpa mayor, espíritu cívico. Siguió el breve paréntesis de Madero, como un relámpago. Y después la Revolución y los caudillos militares.

Pensamos que era indispensable reconocer esa realidad y empezar el trabajo desde la raíz: la formación de conciencia cívica, de una organización cívica. Decidimos, así, la organización del Partido.

Empecé a recorrer la República reuniendo los grupos iniciales, desde 1938; en septiembre de 1939, pudimos llegar a la Convención Nacional, llevando a ella los principios de doctrina, las bases estatutarias del Partido, y un programa mínimo de acción política. Era un programa mínimo en general practicable; no era un programa anual o decenal; tendríamos que irlo organizando, actualizando, a medida que se avanzara en su estudio y aplicación.

Sabíamos muy bien que era un programa para presentarlo a la opinión frente al gobierno, no para realizarlo nosotros. Sabemos que pasarán muchos años antes de que podamos llegar al poder en forma de lograr la realización de un programa completo.

Pero siempre pensamos y sostuvimos que se gobierna desde el gobierno o desde enfrente del gobierno también, si se logra crear una fuerza política suficiente; una fuerza de opinión suficiente para presentar otras soluciones.

Además, teníamos confianza, teníamos fe (un poco ingenua quizá; pero creo que al final de cuentas, se verá justificada) en la racionalidad de la política; en que, a fuerza de dar argumentos racionales, tendrá el Partido que convencer algún día al pueblo y a los políticos responsables… Nosotros considerábamos esencial crear un partido político actuante”. [1]

En efecto, ya desde joven, “Gómez Morín pensaba que había otras formas de gobernar, sabía que en alguna forma las instituciones y leyes que había creado gobernaban también”.[2]

A lo largo de su historia, en las Convenciones del PAN, se discutía cada vez el difícil problema de participar o no en las elecciones controladas por el PRI-Gobierno. Este constante dilema ha sido analizado por Juan Linz y puede ser aplicado al caso de Acción Nacional. Afirma Linz:

“Dentro de nuestro análisis de las elecciones en los regímenes autoritarios orgánico estatales, hemos presentado el dilema en el que se encuentra confrontada la oposición: abstenerse o participar.

El mismo dilema se plantea en los regímenes autoritarios que han optado por un sistema de partidos controlados, en donde una oposición autorizada o tolerada puede intervenir en las elecciones. En este caso, sin embargo, la oposición está ubicada frente a una elección más difícil pues no puede pretender, como era posible en las elecciones de tipo corporativo, participar allí para representar sólo los intereses categoriales.

Participar en las elecciones definidas como políticas, contribuye inevitablemente a legitimar el sistema. Sin embargo, es tentador contribuir a la transición pacífica hacia un sistema democrático, competitivo o semicompetitivo, gracias a un proceso de liberalización o de distensión.

Rechazar en forma total las ocasiones ofrecidas, no entrar en competencia, inclusive sin esperanza, con el partido dirigente, es una opción difícil para quienes esperan un regreso a las prácticas políticas pluralistas”. [3]

Decíamos al principio que en el mundo llamaba mucho la atención entre los estudiosos de la sociología política la persistencia del PRI, y Linz menciona específicamente que en “el mundo, muchos líderes quisieran crear para su beneficio una situación comparable a la de México con el Partido Revolucionario Institucional, el PRI, pero muy pocos tienen posibilidades de hacerlo”. [4]

También hay que mencionar que el régimen autoritario mexicano aprovechó las propuestas del PAN, disfrazándolas de iniciativas propias, lo que para Acción Nacional significó, a pesar de la forma, aliento para ver que poco a poco se avanzaba, aunque imperfectamente, en la línea de sus objetivos.

Por ejemplo, teniendo sólo cuatro diputados en la Cámara, en 1946,[5] se presentaron “cerca de ochenta iniciativas diversas, sobre el banco central, sobre la política monetaria, sobre el problema agrario, sobre la organización de la democracia mexicana, sobre el sistema electoral de México, sobre la organización de los ferrocarriles que estaban en medio de un desastre, sobre la continuidad y extensión y organización adecuada de la obra de irrigación. Y muchas de esas iniciativas no fueron ni siquiera dictaminadas. No lograron que en los tres años se dictaminaran. Otras, sirvieron de base a iniciativas que el gobierno presentó, más o menos cambiando la redacción; pero aprobando las iniciativas, a lo cual nosotros no nos opusimos; no nos interesaba quién presentaba la iniciativa, siempre que se hicieran las cosas”. [6]

Sin embargo, Gómez Morín fue más allá de los datos sociológicos de las competencias electorales de los regímenes autoritarios, cuando proclamaba:

“En el campo en que se ganan o se pierden de verdad las luchas políticas, en el de las conciencias, está ya consumada la derrota intelectual del régimen…” [7]

“Los hombres del régimen que no creen en los valores del espíritu, que sólo cuentan con fuerzas materiales, están desarmados y de antemano vencidos por quienes no hacen sino afirmar esos valores y sólo cuentan para pelear y para triunfar, con ellos”. [8]

“¿ Qué armas para esta lucha ? Las únicas irresistibles: las ideas, los valores del alma. Ni tenemos otras, ni las hay mejores. Estamos para bregar, no para obtener”. [9] O como diría el gran “Maquío”: sin más armas que la vida misma.

Lo cual nos recuerda al gran pensador y escritor ruso Nicolás Berdiaev (1874-1948), cuya obra fue analizada por Antonio Caso [10], cuando decía:

“Si los bolcheviques nos sorprenden por su fuerza, ello es sólo exteriormente. Pero son tremendamente impotentes y sus obras están marcadas de trivialidad y de tedio. Imitan a los hombres de poder.

Pero detrás de todo esto está el pueblo ruso, y a éste no podrá impedírsele que viva y que siga siendo un gran pueblo, con dones elevados… preparan su salvación. Y vosotros mismos, sí, vosotros podéis tomar parte… si os sentís espiritualmente en el seno del pueblo ruso y de la tierra rusa.

El espíritu moral tiene siempre la prioridad sobre la política… El bolchevismo tiene que ser vencido ante todo desde el interior, es decir, espiritualmente, y sólo luego por la política.

Asistimos al fin del Renacimiento… fracasará el socialismo en acción”[11].

Así se entiende mejor que Gómez Morín haya advertido desde el principio que:

“…se ratifica una vez más la ya proclamada necesidad de que todos los mexicanos consideren la acción política no como un episodio, sino como un deber permanente; no como una sucesión de crisis que se renuevan cada tanto tiempo, sino como el desenvolvimiento normal, cotidiano, de una vida; no como “lucha de un día”, en las palabras de nuestro poeta, sino como brega de eternidad… [12]

Considerando el importante concepto de cambio social, Guy Rocher afirma que “la historia de una sociedad habría sido diferente, de no mediar el cambio social en cuestión. En la práctica, es evidentemente muy difícil demostrarlo… se trata de un método al que las ciencias sociales debieran probablemente recurrir más”. [13]

Atendiendo a la recomendación de Rocher, consideramos que Gómez Morín es un personaje de altura, muy adecuado en este sentido, como ya lo ha hecho notar un profundo pensador, amigo personal de Gómez Morín reconocido por Krauze - decíamos al principio - cuando este conoció a Don Manuel:

“Luego, conciencia histórica. Esto es fundamental en los análisis que el Maestro hace y en los hechos que vive: la interdependencia de los seres humanos en el transcurso del tiempo. Si la nuestra es una existencia sucesiva e interdependiente, lo que nosotros podemos hacer depende en cierta medida de lo que hicieron y dejaron de hacer los que ya se murieron. Y lo que podrán hacer los que vengan después, dependerá de lo que hagamos y dejemos de hacer nosotros”. [14]

Así, afirmaba Gómez Morín:

“Vasconcelos, creo que habría acelerado mucho, muy considerablemente, la evolución de México de haber llegado a la Presidencia. Creo que en el momento de sentir la responsabilidad de la dirección del país, el hombre habría abandonado todas sus “boutades” y su romanticismo intelectual; habría aceptado la elaboración de un programa serio y técnico, porque era capaz de entenderlo; y habría tenido un inmenso cuidado en la administración limpia y justa de la República.

Creo que después de él se habría podido hacer muy fácil LA CREACIÓN DE UN SISTEMA POLÍTICO DEMOCRÁTICO, revolucionario, constructivo, que ha sido tan difícil ir formando”. [15]

Y retomando la consideración de la mística en la política, tan importante para Gómez Morín y para Acción Nacional, continúa:

Y como no tenía ningún apetito material - no le importaba el dinero, no quería enriquecerse - (estaba tan por encima de eso, ¿verdad?); creo que el hombre hubiera podido hacer una organización de clara inteligencia, manos limpias y corazón limpio y de buen espíritu”. [16]

Después de lo que hemos estudiado, podremos apreciar mejor el momento histórico actual, y rendir cumplido homenaje a los personajes que, con y como Gómez Morín, lucharon con fe en México, y con la entrega generosa que conscientemente asumieron al sembrar para que otras generaciones cosecharan.

“Hoy, las recientes reformas hechas a diversos artículos constitucionales siguiendo una orientación que Gómez Morín suscribiría en los sustancial equivalen a una reivindicación indirecta del significado positivo de los planteamientos gomezmorinianos. Los cambios introducidos por el Constituyente Permanente en los artículos 3º (educación) … y 130 (para devolver a los ministros de los cultos sus derechos políticos) de la Constitución, y en algunas de sus leyes reglamentarias, dan la razón a Gómez Morín y al partido que fundó como instrumento fundamental de lucha permanente”.[17]

Sin embargo, el artículo 3º. Constitucional todavía contiene incompatibilidades con el Derecho Internacional, por sus disposiciones restrictivas a la enseñanza privada y por su régimen de laicidad universal de la educación pública, que excluye la posibilidad de opción de los padres de familia. [18]

El artículo 123 que establece la suficiencia del salario mínimo como salario familiar, debe cumplirse a cabalidad, pues actualmente se está violando tanto la Constitución, como los más elementales principios de justicia social.

En lo relacionado con el artículo 130 Constitucional, todavía falta reconocérseles a los ministros de los cultos algunos derechos humanos inviolables, como el derecho al voto pasivo, es decir, a ser votados, y su derecho a poseer (a los que los ministros de los cultos, en particular los sacerdotes y religiosos, han renunciado), pero que no les pueden ser coartados por la ley. [19]

En este sentido, Efraín González Morfín se ha expresado en términos muy claros, al señalar que en la actual legislación mexicana “se reconoce que los ministros de culto son ciudadanos, pero no tienen derecho de ser votados, ni derecho de asociación política, ni de crítica política pública… Lo fundamental es respetar el derecho de la Iglesia para regular hacia dentro de sí misma la actividad política de los sacerdotes”.[20]

Asimismo, Carlos Castillo Peraza nos recuerda que es “en la igualdad ante la ley que se reconoce la calidad democrática de una norma que debe ser universal… Lo primero es lo relativo a los derechos de la parte católica del pueblo de México, incluídos los mexicanos que son ‘ministros de culto’ católicos. A éstos, deben reconocérseles sus derechos como mexicanos y es a ellos a quienes toca decidir si los ejercen; cabe aclarar que la Iglesia misma les indica no ser candidatos a puestos de elección popular”.[21]

Por otra parte, Gómez Morín señalaba a los sectores que menos votaban en México:

“Las gentes que menos votan en México y que son menos susceptibles a los estímulos intelectuales, son las gentes de cuello blanco. Nosotros tenemos una tremenda experiencia en estos veinticinco años: casi todas esas gentes, las que podrían decir que son una clase rica o adinerada, o por lo menos clase media alta, dependen ciento por ciento del gobierno, de sus favores, de que se establezcan o mantengan tarifas aduanales proteccionistas, de que no se suban las contribuciones, de que no se impongan multas; de que les den permiso o que no les den permiso para trabajar”. [22]

Ya desde los inicios de la década de los 40’s, Gómez Morín declaraba con gran clarividencia:

… los equivocados sobre el sentido profundo de la psicología mexicana o intolerablemente desdeñosos de la básica calidad racional del hombre y de la agilísima penetración que por intuición y por inteligencia tiene el pueblo mexicano, no entienden la acción que se cumple iluminando conciencias, ni la organización, única eficaz y perdurable, que se cifra en la adhesión convencida y firme a claros principios, ni la fuerza latente incontrastable que viene del hecho simple y modesto, pequeñísimo como el grano de mostaza, de obtener que cada uno en su tarea, conforme a su carácter y a su naturaleza, sepa y sienta que allí se está cumpliendo la Patria, y sienta y sepa, también, que nada de lo que en la Patria ocurra puede dejar de afectar hondamente su naturaleza, su carácter, su tarea, su deber, su destino, todo lo que cada uno es y ama y venera y está dispuesto a velar y defender en la vida y en la muerte”. [23]

En este sentido, le explicaba Gómez Morín a Wilkie:

“Usted va a ver pronto la literatura del Partido; cómo está dirigida fundamentalmente, y cómo ha sido concebida para mover al pueblo. Por otra parte, quienquiera que se ha acercado al pueblo de México, sabe que es extraordinariamente inteligente y comprensivo. Nuestros mítines son mítines de pueblo; nuestras reuniones son reuniones populares siempre”. [24]

En cuanto a las divisiones al interior del PRI y del PRD, podemos decir que la raíz de ellas está en la falta de definición ideológica, mientras que el PAN, por contar desde su fundación con una Doctrina y un programa bien hechos, es el partido que en México tiene, además de mayor trayectoria y experiencia, más solidez, consistencia, estabilidad e institucionalidad.

Finalmente: “Apóstol o técnico - señala Krauze - ingeniero social o salvador, Gómez Morín soñó una sociedad abierta”.[25]  Precisamente, uno de los más influyentes pensadores de nuestros días, Karl R. Popper, autor del famoso libro La Sociedad Abierta y sus Enemigos,[26] ha dado lugar a un importante simposio en el que participaron expertos de distintas disciplinas, entre ellos Arthur F. Utz, Presidente de la Fundación Internacional Humanum.

La actualidad del pensamiento de Gómez Morín puede apreciarse mejor, si consideramos los temas que están en la mesa de la discusión hoy en día. Por ejemplo, dice Utz:

“Como es evidente, la sociedad abierta, para defender la libertad, necesita la mano fuerte del Estado. Este hecho plantea a los teóricos la cuestión de cómo se legitima el poder del Estado. Con esta pregunta nos vemos confrontados con la fundamentación filosófica de la sociedad abierta. Así pues, el poder estatal debe tener su propio objeto a partir del cual se puede justificar.

De esta forma nos hallamos en medio del problema del bien común y por consiguiente de la relación individuo-sociedad. Por eso los asistentes al simposio no podían eludir la filosofía de la fundamentación de la sociedad pluralista”. [27]

Por otra parte, dice Utz: “Si la sociedad no sabe manejarse sin valores fundamentales comunes, entonces se plantea en el acto la cuestión de la autoridad que ha de garantizar estos valores y que ha de interpretarlos de manera común para todos. Pero el capítulo de la autoridad ha sido tratado con demasiada negligencia en la lista de compromisos de Popper, como es natural, porque la estructura fundamental de su sociedad abierta es precisamente de índole tecnológica”. [28]

Por nuestra parte, estamos convencidos de que la respuesta adecuada a estas cuestiones, se encuentra en la línea, tanto del Humanismo Político,[29] desarrollado y llevado a la práctica por el intelectual, co-fundador y filósofo del PAN, Efraín González Luna, como del Solidarismo,[30] cuyo exponente en México ha sido Efraín González Morfín.[31] Ambos, padre e hijo respectivamente,  fueron candidatos de Acción Nacional a la Presidencia de la República. Esta línea es la doctrina del PAN.[32] Por ello, concluimos ahora con Gómez Morín y las más firmes convicciones de su visión de Estado, que nos confirman su religiosidad práctica:

Nosotros creemos que toda acción que se hace por la comunidad está amparada por una corriente teologal. No se puede trabajar por la comunidad sin fe; no se puede trabajar sin caridad; caridad es fundamentalmente donación…

No creemos que un país se pueda salvar nada más en lo económico, o nada más en lo político. Si no hay una salvación integral, es muy difícil pensar en otra salvación.

Yo no concibo un México de abundancia y de riqueza, si no se admite la vigencia de un núcleo de valores básicos en los cuales se apoye la vida colectiva.

Ese núcleo es el reconocimiento de que el hombre es cuerpo y alma, es portador de valores eternos; tiene una dignidad eminente. El hombre tiene necesidades qué satisfacer, pero también tiene anhelo qué cumplir, y destino qué realizar. Yo no puedo concebir al hombre sin esa mezcla inextricable de necesidad, anhelo y destino. [33]

Notas

Artículo publicado en Palabra, revista doctrinal e ideológica del Partido Acción Nacional, año 17, No. 67, enero-marzo, México, 2004, pp. 41-49

[1] James W. Wilkie y Edna Monzón de Wilkie, México visto en el siglo XX: entrevistas con Manuel Gómez Morín, JUS, México, 1989, pp. 56-57

[2] Enrique Krauze, Caudillos culturales en la Revolución Mexicana, Siglo XXI, México, 1994, p. 273

[3] Juan Linz,. “Funciones y disfunciones de las elecciones no competitivas: los sistemas autoritarios y totalitarios”, en Guy Hermet et. al. ¿ Para qué sirven las elecciones ?, Fondo de Cultura Económica, México, 1982, p. 137

[4] Ibid., p. 138

[5] Cf. Federico Ling Altamirano, Ing., "Gómez Morín: creador de Instituciones", conferencia pronunciada el 29 de octubre de 1996, en Gómez Morín, Fundador de Instituciones, Colección del Centenario No. 3, ediciones del PAN, México 1997, pp. 104-105

[6] Wilkie, op. cit., pp. 69-70

[7] Manuel Gómez Morín, Diez Años de México, (1941), Epessa, México, 1996, p. 90

[8] Ibid., (1940), p.67

[9] Ibid., (1944), p. 158

[10] Cf. Antonio Caso, La Persona Humana y el Estado Totalitario, UNAM, México 1941, pp. 162-201

[11] Nicolás Berdiaev, Una nueva Edad Media, ed. Carlos Lohlé, Argentina 1979, pp. 111-112, 133-134, 9, 23

[12] Diez Años de México, (1940), op. cit., p. 65

[13] Guy Rocher, Introducción a la Sociología General, Herder, Barcelona,1979, p. 414

[14] Efraín González Morfín, “Universidad y Formación Universitaria”, en Meyer, Jean et. al. Cuando por la Raza habla el Espíritu: Manuel Gómez Morín, Rector de la UNAM (1933-1934), JUS, Centro Cultural Manuel Gómez Morín, A.C., ITAM,Archivo Manuel Gómez Morín, Centro de Estudios sobre la Universidad (UNAM), México, 1995,  p. 115

[15] Wilkie, op. cit., p. 32

[16] Ibid., p. 32

[17] Carlos Castillo Peraza (Compilador y autor del estudio introductorio), Manuel Gómez Morín, Constructor de Instituciones. Antología, Fondo de Cultura Económica, México, 1994, pp. 41-42

[18] Cf. Pablo Latapí, “El Artículo 3º., aún incompatible con el derecho internacional”, en revista Proceso No. 818, julio 6/ México, 1992, pp. 36-37

[19] Cf. Rafael Moya García, “¿Qué significa la reforma al Artículo 130 ?”, en Revista Signo de los Tiempos, No. 42, IMDOSOC, enero-febrero, México, 1992, p. 1

[20] Efraín González Morfín, “Algunas consecuencias prácticas de las reformas a los artículos Constitucionales 3º., 5º., 24, 27, y 130 y de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público”, en La Iglesia Católica en el Nuevo Marco Jurídico de México, Ediciones de la Conferencia del Episcopado Mexicano, México, 1992, pp. 302-303

[21] Carlos Castillo Peraza, “Los Cambios Necesarios en las Relaciones Iglesia-Estado”, en Álvarez de Vicencio, María Elena (Comp.). Relaciones Iglesia-Estado: Cambios Necesarios. Tesis del Partido Acción Nacional, Epessa, México, 1990, pp. 111 y 115

[22] Wilkie, op. cit., p. 78

[23] Diez Años de México, (1941), op. cit., p. 86

[24] Wilkie, op. cit., p. 78

[25] Krauze, 1994, op. cit., p. 256

[26] Cf. Giovanni Reale y Dario Antiseri, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico: Del romanticismo hasta hoy, Tomo III, Herder, Barcelona, 1988, pp. 902-907

[27] Arthur F. Utz, “La problemática de la sociedad abierta”, en Utz, Arthur F. La Sociedad Abierta y sus Ideologías, Colección Humanum, Herder, Barcelona, 1989, p. 20

[28] Ibid., p. 18

[29] Cf. Efraín González Luna, Humanismo Político, Epessa, México, 1991

[30] Cf. Efraín González Morfín, Solidarismo, Ediciones de Acción Nacional, México, 1974

- Individualismo, Colectivismo, Solidarismo, Ediciones del PAN, Campaña 1970, México

- “Solidarismo”, en Solidarismo, órgano de divulgación doctrinal y análisis, Año 1, No. 2, Octubre, México, 1979

[31] Cf. Bernardo López Ríos, "Humanismo Político y/o Solidarismo", en Palabra,  revista doctrinal e ideológica del Partido Acción Nacional, año 11, núm. 45, julio-septiembre, México, 1998, pp. 32-50

[32] Luis González Morfín, S.J., Ética y Valores en la Práctica Política, Ediciones del Partido Acción Nacional, México, 1997

[33] Wilkie, op. cit., p. 122



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