Por Bernardo López Ríos *
* Católico, Apostólico y Romano, fiel a las
enseñanzas de Su Santidad el Papa Francisco, de Su Santidad Benedicto XVI, Papa
Emérito, del Concilio Vaticano II y del Magisterio de la Iglesia Católica
Sabemos, pues, que es posible la lucha contra el desamparo y la miseria y que esa lucha es nuestro deber, deber de todos y de todos los momentos.
En ella, el dato central del esfuerzo propio es el ejercicio de las virtudes, de las cardinales y de las teologales; pero como empresa colectiva, la más valiosa, requiere indagación y conocimientos técnicos, aptitud y limpieza constructivas, organización responsable y sistemática, instituciones maduras y robustas, fieles a su fin, implacable decisión de justicia.
Requiere,
pues, programa y dirección, estímulo y defensa, tutela e imperio; autoridad, en
suma, que debe ser todo eso y, además, como condición de su propia existencia,
libertad, religioso respeto de la dignidad del hombre, profundo sentido del
destino común y quemante conciencia de responsabilidad ante Dios. [1]
Manuel Gómez Morín
En su célebre libro de Lecciones de Filosofía del Derecho,
el maestro Rafael Preciado Hernández
se refiere al fundamento de la responsabilidad en estos preciosos y precisos
términos:
“El hombre se
reconoce vinculado a su Creador, y de este reconocimiento deriva sus deberes
religiosos, en los cuales funda, al mismo tiempo, sus deberes para con sus
semejantes y para consigo mismo.
“En efecto: si
se reconoce dependiente de su Creador, no puede menos que admitir que las leyes
cosmológicas y noológicas que se traducen en el orden del universo que
igualmente observa,
"son la expresión del plan magnífico de la creación en la
mente divina, plan que el hombre debe respetar en lugar de intentar trastornar
con su actividad...
Insistimos, pues
en que los deberes religiosos – que vinculan a la creatura con su Creador
–sirven de fundamento a los deberes que el hombre tiene para con sus semejantes
y para consigo mismo”.[2]
En la Proyección
de Principios de Doctrina del PAN 2002 se expresa claramente que:
“Corresponde a
la actividad política el establecimiento de un orden dinámico que respete la
libertad y promueva la responsabilidad social como bases para el desarrollo de
una comunidad democrática, sustentable y solidaria.
En el Estado de
responsabilidad social, los individuos tienen una relación específica con la
comunidad que se expresa en leyes aprobadas por autoridad legítima,
"para
ordenar la convivencia social, preservar el bien común y dar efectiva
protección a los derechos humanos”.
Ahora bien, esta responsabilidad social obviamente tendrá
un peso específico diferente en una sociedad con régimen autoritario o
totalitario que en una sociedad con régimen democrático.
Para la concepción democrática de Acción Nacional un
concepto fundamental proveniente de la Doctrina Social Cristiana es el concepto de socialización, del cual
claramente habló Manuel Gómez Morín:
“Bien sabemos
cuán inextricablemente están unidos siempre en la persona humana los datos
individuales y los comunitarios, los sociales...
La creciente
socialización, en el sentido de la
multiplicación y afirmación de los vínculos que unen a los hombres
"(y de paso,
este es el sentido en que el término, que no ha dejado de causar escándalo en
ciertos ambientes sociales e intelectuales, es empleado en la Encíclica “Mater et Magistra”);
“la creciente
socialización y la importancia acentuada de lo económico, no son datos
negativos o minimizantes de la persona humana, de su naturaleza y atributos y
de sus deberes y responsabilidades.
“Al contrario,
se es más persona cuanto más se está profundamente insertado en la vida de las
comunidades: en la familia, en la escuela, en el grupo de trabajo, en la
organización profesional, cultural o religiosa.
“El aislado, el lobo solitario, el egoísta, el
perezoso, el renuente, son menos personas. Bien lo comprueba el misterio
tremendo y consolador de la comunión de los santos.
“Y la persona
está más protegida cuanto más firmes son estas comunidades y cuando la red que
ellas forman multiplica las defensas contra los asaltos de todo orden que la
personalidad puede sufrir, lo mismo de la coacción y de la violencia primaria,
que de estas formas nuevas, tan sutiles y venenosas, de la propaganda, la
presión y el compromiso”.[3]
El Dr. Manuel
Loza Macías, S.J.,
uno de los mejores expertos de nuestro país en materia de Doctrina Social de la Iglesia, ha explicado de manera amplia y
clara el concepto cristiano de socialización:[4]
No hay que confundir la socialización con el socialismo.
Para muchos, una y otra palabra se interpretan como sinónimos porque el
socialismo postula la socialización de los medios de producción y quizás por
ello levantó gran revuelo el empleo de esta última palabra por el Papa Juan XXIII en la encíclica “Mater
et Magistra”.
Por otra parte, con frecuencia los sociólogos
estadounidenses emplean la palabra socialización para referirse al proceso de
mutua influencia entre una persona y su medio social.
Es el proceso mediante el cual el individuo se adapta a
los modelos de comportamiento en las relaciones sociales de un grupo y mediante
el cual, a su vez, las relaciones sociales de su grupo se adaptan al individuo.
Hablan de lo que propiamente debería llamarse
"sociabilización". De este concepto prescindimos ahora.
Abordaremos el
concepto de socialización definido como:
"un proceso
histórico caracterizado por el incremento de las relaciones sociales"; es
decir, como
"la
progresiva multiplicación de las relaciones de convivencia, con la formación
consiguiente de muchas formas de vida y de actividad asociada que han sido
recogidas, la mayoría de las veces, por el derecho público o por el derecho
privado".
Se trata de un proceso que tiende a implicar más y más
al individuo en su responsabilidad hacia el bien común.
Categorías sociales y socialización
Cada sociedad tiene algunas categorías que la distinguen
de otra, o de sí misma en distintas épocas, y que sirven como un índice de su
posición en el proceso de socialización. Enumeraremos algunas:
El ámbito de lo privado y de lo
público
En sociedades en las que las relaciones sociales son
pocas, elementales, poco evolucionadas, el ámbito de lo privado es muy amplio,
ya que cada individuo y su familia deben valerse por sí mismos para subsistir.
La comunidad o grupo social interviene poco en la vida de
los particulares.
El derecho, no siempre explícito o escrito, se reduce a
proteger la intimidad de las decisiones individuales mientras no perjudiquen a
las decisiones libres de los demás.
Por eso, mientras lo privado es muy amplio, lo público es
muy reducido: proteger a unos individuos del abuso de los demás, proporcionar
los elementos de seguridad y prosperidad común y proteger al grupo de otros
grupos ajenos.
A medida que el proceso de socialización avanza hay una
tendencia a que el ámbito de lo público se incremente con mengua de lo privado.
La comunidad se va apropiando asuntos que antes eran del dominio privado.
¿Hasta dónde?
Teóricamente el proceso sólo tendría como límite el
momento histórico en que todo lo privado cayera bajo el rubro de lo público.
De hecho, históricamente, en el conjunto de las diversas
naciones del orbe nos encontramos con sociedades que están en diversos momentos
de este proceso de socialización:
no hay ninguna que esté en el punto "cero
socialización" y no hay una sola que haya llegado al punto "total
socialización", por eso no vemos sociedad en que todo sea del dominio
privado ni sociedad en que todo sea del dominio público.
Libertad y seguridad
El hombre de una sociedad con reducidas relaciones de
convivencia, tiene como preocupación básica la defensa de su libertad para
actuar en el medio social.
Precisamente porque la convivencia es difícil, se
desconfía de los demás y toda intervención del grupo en la vida del individuo
aparece como una opresión.
Cuando el proceso avanza por el camino de las relaciones
de convivencia, aparecen las formas asociadas de vida y de actividad, en las
cuales el individuo encuentra la protección de su persona y su realización
humana: no le da tanta importancia a su libertad, inclusive llega a abdicar de
ella en aras de la seguridad.
Signo de este proceso es la multiplicación de los
"seguros", mediante los cuales se transfiere a otros la responsabilidad
de cuidar en el futuro de sí mismo y de los suyos, aunque este traspaso de
responsabilidad implique una merma de su libre responsabilidad.
También es indicativo este paso de la libertad a la
seguridad, para saber en qué grado de socialización está una nación.
Propiedad y trabajo
En una sociedad poco socializada la propiedad privada es
de vital importancia para el individuo.
Sin ella no vale nada frente a los demás, no es libre y
su privacía desaparece para quedar convertido en un sujeto de "caridad o
beneficencia pública".
En esa sociedad no existe la función social de la
propiedad privada, puesto que lo que cada uno busca en ella es su función
individual de supervivencia.
El trabajo, si no es menospreciado, sí es visto como un
medio para alcanzar la propiedad privada y así poder ser alguien en la
sociedad.
Cuando la sociedad se socializa, el hombre tiende a
destacar en ella por el trabajo y mediante él alcanzar seguridad, la máxima
posible, aun cuando los asuntos de trabajo y propiedad pasen al dominio
público.
Puede asegurarse que lo que pierde en estima la
propiedad, lo gana el trabajo a medida que el proceso avanza.
Las medidas legales, las formas de sociabilidad como
uniones entre personas, las medidas de saneamiento y desarrollo favorecen más a
los trabajadores que a los propietarios.
¿Hasta dónde?
Actualmente no hay ningún país en que haya desaparecido
toda propiedad privada, ni siquiera de los medios de producción, y en el que
sólo se tenga en cuenta el trabajo; como tampoco hay ninguna sociedad en que
sólo haya propiedad privada y trabajo esclavizado.
Producción y consumo
La actividad económica mediante la cual los hombres
procuran incrementar la aprovechabilidad de los bienes naturales para
satisfacer las necesidades de la sociedad, también sufre un cambio en la
socialización.
Cuando ésta comienza, el énfasis de la actividad
económica se pone en producir y se deja al libre juego del mercado la
distribución de sus productos.
Y es natural: ya que siendo pocas las relaciones
sociales, lo más urgente es producir para sí y de lo sobrante obtener, por el
cambio o el ahorro, lo que puede faltar para hoy y para mañana.
Cuando la socialización se incrementa, el énfasis de la
actividad económica incide en la distribución. Y es también natural: las
comunicaciones masivas, las producciones masivas, las relaciones más complejas
de unos hombres con otros implican la responsabilidad de que no haya
quienes se mueran de hambre, mientras otros despilfarren los frutos de la
riqueza creada por todos los socialmente relacionados.
La aparición de la preocupación por la desigualdad de
ingresos y sus consecuencias, son otros tantos signos del grado de
socialización en que se halla una sociedad.
De allí nacen políticas de protección al consumidor,
controles de precios, reglamentación de la calidad, congelación de rentas, etc.
Vida rural y urbanización
El incremento de relaciones sociales, muchas de ellas
causa y efecto de la producción y de la distribución masivas, han traído el
alejamiento de la vida rural y la creación de las grandes urbes: la gran
fábrica, los grandes edificios para la vivienda, la playa o los campamentos
para las vacaciones, el colegio y la gran universidad para los jóvenes, las
diversiones y los deportes se vuelven también multitudinarios.
El aumento del porcentaje de población rural comparado
con el porcentaje de población urbana es también un buen índice del proceso de
socialización.
Competencia y planeación
Frente a la competencia como instrumento de promoción
individual y social, aplicada en todos los órdenes de la vida --en la
producción lo mismo que en la educación-- el proceso de socialización lleva a
la solidaridad con el grupo y con la sociedad entera.
Se pasa de la emulación basada en tener más destruyendo a
los demás, a la emulación por ser más solidario en la elevación de todo el
grupo.
Por lo que de un mercado dejado al azar, en el que los
más fuertes sobreviven, se pasa a la planeación de la mejor utilización de los
recursos para un mercado ordenado y se puede llegar hasta una planeación
totalitaria, que ya no es en bien de todos.
Utilidad y servicio
Íntimamente ligado con lo anterior está el que en la
sociedad poco socializada, se busque a través del mercado libre la mayor
utilidad o ganancia en la lucha destructiva:
máxima ganancia, mínimo costo y
predominio en el mercado con tendencia al monopolio, oligopolio y toda clase de
medios que conduzcan al mismo fin.
Por otra parte acontece que al incrementarse el proceso
de socialización aparezca la tendencia de ser más por el servicio a los demás.
Estado limitado y Estado interventor
Cuando la socialización está en sus inicios o es casi
nula, el Estado no aparece por lo que toca a su aspecto interventor, sobre todo
en lo económico.
Lo que es lógico, dado lo raquítico de las relaciones
sociales y lo fuerte que se presenta la dinámica social de la competencia.
El papel del Estado es puramente el de un árbitro que
deja hacer mientras se guarden las reglas elementales de la competencia.
Pero a medida que las relaciones sociales se acrecientan
y se complican, cuando aparece la necesidad de una planeación para regular el
consumo equitativo, cuando la aspiración a la seguridad con limitación de la
libertad, se generalizan, el Estado asume un mayor cúmulo de responsabilidades
y de actividades, principalmente en lo económico.
El Estado totalitario constituye el maximum de
esta intervención.
Justicia conmutativa y justicia social
o distributiva
Cuando una sociedad vive los primeros pasos de la
socialización la virtud que más se valoriza es la de la justicia conmutativa,
porque con ella se regulan las transacciones en su máxima igualdad, sin tomar
en cuenta las condiciones más o menos boyantes de las personas que intervienen
en los intercambios.
La frialdad de esta justicia cae dentro del marco de la
impersonalidad, competencia, ámbito de lo privado, libre contratación y
protección del derecho a la propiedad privada.
A medida que la socialización avanza, la justicia
conmutativa no basta y se enfatiza el valor de la justicia social o distributiva
en que la repartición de lo producido en la sociedad se pretende hacer llegar a
todos conforme a sus necesidades, ya que esta justicia tiene su fundamento en
la dignidad de la persona humana.
Aquí, como en las otras características del proceso de
socialización, hay teóricamente un extremo, en el cero de socialización, en que
sólo regiría la justicia conmutativa y otro extremo, el opuesto, en que sólo
regiría la justicia distributiva.
En los demás estadios se con juntan las dos virtudes, con
mayor o menor acentuación en el ejercicio de una u otra, según sea lo atrasado
o lo avanzado de la socialización.
Empresa privada y empresa pública
La aplicación de las anteriores notas se puede apreciar
en la empresa.
La empresa privada existe sola o predominantemente en los
estadios iniciales de socialización y tiende a ser suplementada por la empresa
pública en los estadios más avanzados del proceso de socialización.
Así que la empresa misma refleja en su estructura el
ambiente en que la sociedad vive.
En los inicios de socialización: empresa orientada al
lucro, con autoridad vertical dependiente de los dueños del capital, con poca
comunicación, con una competencia desmedida, con nula participación de su
personal y opuesta a la intervención estatal.
En estadios intermedios de la socialización: empresa
orientada a la ganancia como remuneración por un servicio, interés por la
promoción de su personal, comunicación interna, competencia libre mezclada con
intervención estatal, participación de su personal y convivencia con la empresa
pública.
En estadios muy avanzados de socialización: empresa
pública con la única orientación de servicio, planificación total, máxima
intervención del Estado, etc.
Los organismos intermedios
Ni en los inicios de la socialización ni en su
culminación se concibe la existencia de los organismos intermedios.
Estos son por definición formas de vida social cuyo fin
es formar, unir, servir, informar y representar a sus asociados, completando
cuanto aislados no podrían obtener pero si en su agrupación, sin necesidad de
que el Estado los absorba.
Pero en los inicios no existen estos organismos por ser
formas superiores de relaciones sociales. Y en los últimos estadios no existen
tampoco, pues serían un obstáculo para la completa absorción del individuo por
la comunidad.
Precisamente por sus características, los organismos
intermedios aparecen en el proceso de socialización en las sociedades que viven
una socialización intermedia, cuando se quiere conjugar, por una parte, los
beneficios del grupo y por otra evitar pérdida de la identidad humana por la
masificación.
Entre los
organismos intermedios se encuentran partidos políticos, sobre los cuales el
maestro Rafael Preciado Hernández afirmaba:
“Especialmente
la tercera manifestación del progreso humano nos permite ver, con cierta
claridad, el papel tan importante que en la organización de la vida social
representan los partidos políticos.
“Para hacer
posible la participación consciente y libre de los miembros de una comunidad en
el gobierno, se requiere una deliberación colectiva, que sirva de fundamento a
la formación de una voluntad colectiva.
“El hombre
individualmente, separadamente, no podrá consagrarse al estudio, al
conocimiento de los problemas sociales y de las soluciones más adecuadas a esos
problemas.
“Se requiere una
actividad cooperativa, una actividad de grupo, una actividad orgánica, para
lograr ese conocimiento, para lograr esa deliberación que exige que los
distintos grupos, con diferentes tendencias,
"partiendo de diversos principios,
formulen o elaboren las soluciones a los problemas sociales, confronten esas
soluciones y, de este modo, las presenten al pueblo;
“y pueda
entonces cada uno de los ciudadanos elegir con conocimiento de causa, tomar una
decisión con conocimiento de causa...
La función o las
funciones más importantes de los partidos políticos verdaderos, son éstas:
organizar el cumplimiento de los deberes y el ejercicio de los derechos
políticos de sus afiliados;
“servir como
órganos de opinión pública, como escuelas de formación de políticos
teórico-prácticos
“(porque los
políticos no se pueden formar a base del conocimiento exclusivo de las teorías
políticas; requieren la aplicación de esas teorías y para la aplicación de esas
teorías no hay escuelas, las únicas escuelas son los partidos políticos;
"sólo
participando en la política, afiliados a un partido, se aprende la práctica de
la política, de otro modo todo será mera teoría o especulación);
“investigar,
estudiar y formular soluciones orgánicamente, a través de debates públicos,
respecto de los problemas nacionales; ser auxiliares de las autoridades en los
procesos electorales y organizar la participación de los ciudadanos en esos
mismos procesos.
“Además, ejercer
la sanción política, con la cual destruyen el cesarismo o contienen e impiden
los abusos del poder”.[5]
Socialización y progreso humano
Conviene advertir que no toda socialización es compatible
con el progreso humano.
Entendiendo como progreso humano el desarrollo de la
persona humana en su dimensión individual y en su dimensión social tanto en lo
material como en lo cultural y espiritual.
En los estadios incipientes de la socialización se echa
de menos la economía de la producción en gran escala, el reparto de bienes y
servicios también masivamente, se echa de menos la riqueza del crecer dando y
recibiendo en el compromiso con los demás, se propicia la miseria de unos
frente a la opulencia de otros,
se desperdicia tiempo, energías y otros recursos sin un
programa conjunto de acción, se carece de la seguridad de las formas asociadas
de responsabilidad, en pocas palabras, se priva al ser humano de los beneficios
de su dimensión social.
En los estadios muy avanzados de la socialización se
desperdician las iniciativas de los particulares, los frutos de la
responsabilidad de los individuos y de sus grupos intermedios, el hombre se
pierde en la masa y se hace dependiente en todo de la sociedad.
El verdadero progreso humano que implica un creciente
incremento de bienes materiales, culturales y espirituales, equitativamente
distribuidos entre todos y equitativamente producidos por todos, sólo es
posible si la socialización no es tan poca que deje al hombre subdesarrollado
ni tan amplia que convierta al hombre en un robot.
Ideologías y socialización
En parte conscientemente y en parte inconscientemente la
socialización se da. Lo que significa que el hombre ha influido en las
sociedades para que éstas en su desarrollo socio-económico se puedan catalogar
según el grado más o menos alto de socialización.
Los pensadores formulan sus teorías y doctrinas. Los
ideólogos con base en esas filosofías construyen los esquemas de lo que
"debe ser" la vida social y más concretamente "el grado de
socialización", o sea, crean ideologías.
Los políticos las implantan mediante leyes y el ejercicio
del poder.
El liberalismo y el socialismo son
ideologías opuestas, extremas. Uno y otro sistema traen como apoyo y como
fundamento, una filosofía: un concepto del hombre, de la sociedad, del mundo,
de lo trascendente.
La aplicación de estas filosofías a la socialización
origina la ideología liberal y la ideología socialista.
La primera dice que se debe progresar
--desarrollarse-- manteniéndose en los grados íntimos de socialización.
La segunda, el socialismo, dice que el
progreso debe venir sólo con un alto, o muy alto grado de socialización.
Históricamente la ideología liberal apoyó el fenómeno
social --grado ínfimo de socialización-- conocido como el capitalismo.
Las diversas ideologías socialistas han dado nacimiento a
los diversos países y experimentas socialistas --altos grados de
socialización-- que registra la historia moderna.
El pensamiento social cristiano tiene también un concepto de
la persona, de la sociedad, del mundo y de lo trascendente.
Y este pensamiento presenta una ideología de lo social,
que por lo que atañe a la socialización dice que ha de buscarse aquella
socialización que favorezca el desarrollo completo de la persona humana
--individual y social, libre y responsable-- mediante la solidaridad en la
búsqueda y reparto del bien común, teniendo en cuenta siempre el principio de
subsidiaridad.
O sea, que el incremento de relaciones sociales con sus
formas societarias sea tal que permita al individuo ejercitar su iniciativa, su
libertad, su responsabilidad, que le ayude a que por sí mismo sea el artífice
de su promoción, y que le supla cuando y cuanto por sí mismo no pueda.
Por tanto, tanta socialización cuanta ayude a la
promoción humana y no más ni tampoco menos.
Es el modelo propugnado por muchos movimientos de
inspiración cristiana.
Al lado de estas tres posiciones --mínima socialización,
socialización equilibrada y máxima socialización --hay una inmensa variedad de
hechos históricos, naciones, que sin adherirse a ninguna de las anteriores
ideologías pueden catalogarse en grados más o menos alejados de la
socialización equilibrada y que se acercan poco o mucho a los extremos de la
socialización.
Son las "economías mixtas", que toman de las
categorías sociales combinaciones diversas, mezclando lo público y lo privado,
libertad y seguridad, propiedad y trabajo, producción y consumo, vida rural y
urbanización, mercado libre y planeación, estado respetuoso de la iniciativa
privada y más o menos interventor, preocupación por la justicia conmutativa y
también por la social, coexistencia de la empresa privada y la empresa pública,
y licitud o fomento de los organismos intermedios.
Todo en grados diversos, por eso se da esa multitud de
"economías mixtas".
Sobre estos países, cuando se inclinan de tiempo en
tiempo a apartarse más de la socialización equilibrada al extremo de la
socialización máxima, siempre queda la duda bien fundada si el propósito de sus
políticos u hombres públicos sea llegar al extremo, en virtud de una ideología
de socialismo o sólo se trate de un pragmatismo corregible cuando la
experiencia demuestre que por ahí no se puede llegar a un desarrollo
verdaderamente humano.
Algunas socializaciones socialistas
Al lado de los países de socializaciones no socialistas,
hay otros en que sus dirigentes políticos han tratado de realizar la ideología
socialista.
Si bien no han llegado a la máxima socialización, sí sus
dirigentes han profesado el "socialismo", o sea, que sí pretenden
llegar a la máxima socialización.
La URSS fue uno de estos países con un totalitarismo
estatal que se extendió a lo político, a lo económico y a lo cultural.
Casi otro tanto puede decirse de los países que
oficialmente profesaron el socialismo como Polonia, Alemania Oriental,
Checoslovaquia y Hungría.
China puso la autoridad de planeación y control en manos de
organismos de provincias y condados, quedando sólo algunas empresas bajo
control nacional, en la década de los sesenta.
Desde 1970 se fue acabando la anarquía en la producción.
La planificación partió de las unidades de producción hacia arriba y de los altos
organismos baja hasta estas unidades con sus enmiendas, en vista del plan
total.
Al impulsar la producción agrícola en comunas, la
socialización por lo que respecta a la propiedad especialmente en el campo fue
más radical que en la URSS. Actualmente sigue teniendo un Estado totalitario
Otras socializaciones no socialistas
Suecia: es un país en que la socialización tiene un alto
grado, sin embargo, no se pretende llegar al máximo de socialización.
Por lo que toca a la industria, según datos de 1974, el
98 por ciento no era cooperativista, sino que de esta cifra, el 6 por ciento
era administrado por los propios trabajadores, pero no colectivamente, y el 92
por ciento era empresa privada.
Pero en el aspecto de la distribución si hay mucha
socialización, así como en lo que toca a las medidas de seguridad social.
El aspecto cooperativo de la producción donde más
avanzado está es en el campo.
Con estos rasgos basta para ver que Suecia es un fenómeno
de economía mixta, con renglones altamente socializados, pero no un país cuya
ideología sea el socialismo.
Por eso no puede decirse que sea el caso de una
socialización socialista.
Israel: en la producción rural existe la propiedad
individual y también las formas colectivas de propiedad; de acuerdo con datos
de 1974, en la industria y en la distribución las empresas privadas
predominaban con un 90%, pues los trabajadores mismos contribuían con un 8% y
sólo las formas colectivas abarcaban el 2%.
Tampoco es pues un caso de socialización socialista.
Conclusión sobre el concepto de
socialización
Quede pues bien claro que una cosa son las ideologías y
otra muy distinta los fenómenos históricos, reales.
Con frecuencia, casi siempre, los fenómenos históricos
sociales son fruto de la aplicación consciente o inconsciente, libremente o por
la fuerza, de las ideologías.
En este sentido puede decirse que el liberalismo como
ideología avaló el fenómeno histórico llamado capitalismo y que los socialismos
como ideologías han tratado de crear las sociedades socialistas.
En el capitalismo las categorías sociales, dado lo
raquítico de las relaciones sociales, se inclinaban hacia la protección máxima
del individuo dejando de lado su dimensión social; en las sociedades
socialistas se da un impulso hacia la protección de la comunidad con mengua de
la dimensión personal del ser humano.
Entre las dos ideologías extremas hay una ideología
equilibrada, porque se basa en un concepto completo del hombre, es la ideología
inspirada en el pensamiento social cristiano.
Entre los fenómenos históricos del capitalismo y de las
sociedades socialistas hay una realidad histórica que empieza a emerger y que
sería la sociedad solidaria, verdaderamente humana.
Así como entre las ideologías que se apartan del centro
de equilibrio hacia el liberalismo hay acentuación más o menos marcada del
individuo con más o menos olvido de su proyección social; así entre las
ideologías que se apartan del centro de equilibrio hacia el socialismo hay
acentuación más o menos marcada de la sociedad con más o menos olvido del valor
personal del individuo.
En el primer caso, los fenómenos sociales históricos
derivados de esas ideologías se podrían llamar "mixtos" con fuerte
dosis de capitalismo y en el segundo caso, los fenómenos sociales históricos
derivados de las otras ideología., se podrían llamar también "mixtos"
con fuerte dosis de régimen socialista.
Finalmente, no hay que olvidar que detrás de las
ideologías están las filosofías. Y que el puente entre las ideologías y las
realizaciones históricas lo tienden los hombres políticos, los hombres de
acción.
Queda pues en manos de estos, la gran responsabilidad el
compenetrarse bien de las bases filosóficas de su ideología, para formar una
sociedad justa, humana, equilibrada y solidaria, en que al hombre se le respete
e su doble dimensión, la individual y la social, ya que sólo así pueden darse
las condiciones de convivencia a la medida del hombre.
Por su parte, el
Padre Jaime Vélez Correa, S.J.,
concluye que:
“la personalización o promoción de la
persona hoy es tema que busca reivindicar lo personal, es decir, los atributos
de una conciencia libre y con derechos;
“a la vez la socialización, hoy busca asociar a
los hombres e integrarlos entre sí, no para absorberlos, sino para
perfeccionarlos...
“Además, esta
socialización es un proceso libre en el sentido de que el hombre tiene el poder
de asumir esa tendencia y darle su verdadero sentido, humanizándola.
“Pero a su vez esa socialización tiende hacia la personalización, pues así como en
el pasado la evolución tendía a la unificación, a la centralización y a la
espiritualización, hoy la humanidad, después de expandirse, busca organizarse
trascendiendo toda frontera política, económica e intelectual,
“y busca
centrarse, pues cada vez se esfuerza más por volverse sobre sí y reflexionar;
finalmente busca espiritualizarse, pues cuanto más se unifique y se centre, más
crece el deseo de conocer, descubrir o investigar e inventar.
“Así pues, la socialización de la humanidad, hecho
incontrovertible, es fruto de la llamada por Aristóteles tendencia
natural de sociabilidad, y que consiste en aumento del sentido social,
que connota el proceso sociológico de multiplicarse más y más las relaciones de
convivencia.
“Así tenemos la
proliferación de grupos y asociaciones por edades, profesiones, no sólo en el
seno de la sociedad, sino aun a nivel internacional”.[6]
Es por tanto necesario y natural alcanzar la
globalización de la solidaridad.
La Economía Social de Mercado
“La Economía Social de Mercado (ESM) es un orden social,
económico y político integrado, inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia
(DSI) y centrado en el hombre, en el que, a diferencia del neoliberalismo, la
política económica y la política social son simultáneas”.[7]
La ESM ha sido aplicada con éxito en varios países de la
Europa Continental y se contrapone a las economías socialistas de planeación y
a las formas de economía de tendencia liberal.[8]
Es una auténtica tercera vía porque, a diferencia de la
pragmática “tercera vía” de Tony Blair y de Anthony Giddens, la ESM se
fundamenta en los valores éticos trascendentes y universales proclamados por la
Doctrina Social de la Iglesia.
Además, entre los sistemas de mercado, la ESM ha obtenido
mejores calificaciones que el sistema anglosajón.[9]
El respeto a los Principios Éticos de Dignidad de la
Persona Humana, Solidaridad, Subsidiariedad y Bien Común, constituyen el
fundamento de la ESM, para lograr una auténtica economía al servicio del
hombre.[10]
Principios constitutivos
Sistema de precios de “competencia
perfecta”.
Esta debe ser la tendencia del sistema de precios, lo cual sólo es posible si
en todo mercado hay muchos oferentes y muchos demandantes.
Estabilidad de la moneda. El valor del dinero tiene que
permanecer estable. El afianzamiento del valor del dinero no debe estar en
manos de instancias políticas. La estabilidad de la moneda debe estar
garantizada por un banco central independiente del gobierno.
Libre acceso a los mercados. Los mercados deben ser
abiertos. No debe haber barreras para entrar a ellos, ni acuerdos para la
formación de trusts, de cárteles o de monopolios.
Libertad contractual. El libre contrato es un
requisito indispensable para la competencia, sin embargo, el Estado puede
intervenir para evitar abusos en la libre contratación, y garantizar la
justicia social.
Propiedad privada con función social
(hipoteca social).
La base de la ESM es la propiedad privada de los medios de producción
subordinada al Principio del Destino Universal de los Bienes (Cogestión).
PLENA RESPONSABILIDAD. Los actores económicos pueden
y deben buscar su legítimo beneficio económico, con moderación y subordinado al
Bien Común, lo cual incluye el cuidado del medio ambiente (ecología).
El Papa Juan
Pablo II nos
recuerda que hay
“una urgente
necesidad de educar en la responsabilidad ecológica: responsabilidad con
nosotros mismos y con los demás, responsabilidad con el ambiente...
“La verdadera
educación de la responsabilidad conlleva una conversión auténtica en la manera
de pensar y en el comportamiento.... La primera educadora, de todos modos, es
la familia, en la que el niño aprende a respetar al prójimo y a amar a la
naturaleza...
“No se debe
descuidar tampoco el valor estético de la Creación.[11]
“El contacto con
la naturaleza es de por sí profundamente regenerador, así como la contemplación
de su esplendor da paz y serenidad...
“Hoy la cuestión ecológica ha tomado tales
dimensiones que implica la responsabilidad de todos.
“Los verdaderos
aspectos de la misma, que he ilustrado, indican la necesidad de esfuerzos
concordados, a fin de establecer los respectivos deberes y los compromisos de
cada uno: de los pueblos, de los Estados y de la comunidad internacional.
“Esto no sólo
coincide con los esfuerzos por construir la verdadera paz, sino que
objetivamente los confirma y los afianza... La crisis ecológica – repito una
vez más – es un problema moral”.[12]
Por tanto, para alcanzar un auténtico desarrollo
sustentable se requiere de la solidaridad entre generaciones para cuidar y
conservar la ecología de la Creación de Dios.
Por otra parte, los sindicatos, tanto los de
trabajadores como los de empleadores, al igual que los demás organismos
intermedios, son libres, e independientes tanto del gobierno como de partidos
políticos.
Constancia de la política económica. Debe ser una política
económica que garantice el bienestar para todos.
Las reglas en constante
variación, por ejemplo en materia de impuestos, de contribuciones o de cálculos
de contabilidad, etc., disminuyen la capacidad y la disposición de las empresas
para invertir y para competir con el extranjero.
Principios reguladores
Intervención del Estado para evitar
monopolios.
El Estado debe impedir la formación de monopolios por medio de una política de
competencia.
El Estado previene o desmantela monopolios estatales y
privados; puede hacerlo mediante la apertura comercial, la legislación
anti-cártel y anti-monopolio, o mediante una política activa de promoción y de
protección a la micro, pequeña y mediana empresa, para que no estén expuestas a
las decisiones de las grandes empresas.
Si por razones técnicas un monopolio llegara a ser
inevitable, entonces deberá ser controlado por un organismo inspector
independiente.
Política de corrección en la
distribución del ingreso. Los dos instrumentos más poderosos para llevarla
a cabo son: impuestos progresivos sobre la renta de personas y de empresas, y
un sistema de seguridad social.
En el caso del primer instrumento, el porcentaje del
impuesto sobre la renta aumenta con los ingresos.
En cuanto al segundo instrumento, el seguro social es
financiado en su mayor parte por los empleadores y por los trabajadores, y en
menor proporción por el Estado, a fin de que no signifique un peso excesivo
sobre el gasto público.
“Estos sistemas de seguridad social son, desde un punto
de vista de justicia distributiva, una expresión de solidaridad de los que
tienen empleo, con los que no lo tienen (por vejez, desempleo, enfermedad o
invalidez) y desde el punto de vista macroeconómico, un ‘estabilizador
automático’ de la demanda interna, al conservar el poder adquisitivo de los que
perdieron su empleo”.[13]
Reglamentación del trabajo. En la ESM existen leyes que
limitan el día y la semana de trabajo, que prohíben el trabajo de menores de
edad, que protegen a la mujer embarazada en el trabajo, y que previenen la
contaminación del ambiente, entre otras cosas.
Las empresas, con base en el Principio de la Dignidad de
la Persona Humana, están obligadas a contratar un cierto porcentaje de
discapacitados, los cuales llegan a desempeñar su trabajo con mayor eficiencia
en ciertas áreas.
Salario mínimo remunerador. La ESM garantiza un ingreso
mínimo acorde a la dignidad humana y familiar, mediante el salario mínimo
constitucional (efectivo en la realidad) o mediante ayudas sociales a quienes
no devenguen dicho mínimo.
Rebasado el mínimo, los salarios remuneradores se
negocian libremente entre sindicatos de trabajadores y de empleadores
(gremios), sin la intervención gubernamental. En caso de huelga, tribunales
laborales (autonomía del poder judicial)
resuelven el conflicto.
La participación en la empresa. La ESM busca la participación
de los trabajadores y de los empleados en la empresa.
Al referirse a las exitosas experiencias de cogestión en
Alemania Occidental y en otros países de Europa Libre en la década de los
sesenta, el Dr. Manuel Loza Macías distingue los grados de participación activa
del obrero en la empresa:
1) información
2) derecho de discusión
3) derecho de deliberación
4) derecho de colaboración
5) derecho de decisión.[14]
Con estos presupuestos, la ESM logra hacer efectiva la
participación en la empresa por medio de tres instrumentos:
a) la participación en la producción, por medio del
trabajo responsable en circunstancias adecuadas
b) la participación de los trabajadores en las utilidades
de las empresas, haciendo co-accionistas a los propios trabajadores, es decir
co-propietarios; la participación en la gestión de la empresa, por medio de
diferentes canales de co-gestión.
En cuanto al aspecto económico-social de la cogestión, se
nota la ventaja de la realización de un importante aspecto de una economía al
servicio del hombre, ya que se reconoce tanto al asalariado, como al
empresario, su dignidad de personas humanas, base de la justicia social.
Además, aumenta la productividad al haber una mayor
motivación para el trabajo.
En Alemania Occidental, la ley sobre cogestión en el
sector de la industria del carbón y del acero, fue promulgada en 1951.[15]
A partir de 1972 la cogestión [16]
en varias formas obliga por ley en países como Suecia, Dinamarca, Noruega,
Holanda, Austria y Luxemburgo.[17]
Así, hablar de la ESM implica hablar de un orden
económico libre con un orden político democrático, con un Estado de Derecho
sólido y fuerte que garantice y promueva la libertad económica y la justicia
social simultáneamente, con base en los Principios Éticos de la Doctrina Social
Cristiana.
En la Proyección
de Principios de Doctrina del PAN 2002 se expresa que:
“El mercado es
condición necesaria para el desarrollo económico; pero no es suficiente para
garantizar el sentido humano de la economía.
“En consecuencia,
se requiere la acción rectora y rectificadora del Estado para atenuar las
profundas desigualdades sociales de nuestro país”.
Además: “La
búsqueda de un desarrollo sustentable debe tener dentro de sus más altas
prioridades la eliminación de la pobreza de la generación actual”.
En efecto, el destacado economista y profundo conocedor
de la realidad latinoamericana Richard
Jacob afirma que:
“... los
resultados u oportunidades de ganar en el “juego del mercado” no dependen
solamente de la limpieza o justicia de las reglas de competencia, sino también
de las condiciones de partida, sobre todo, de la distribución de los ingresos y
del capital...
“Por eso,
siempre existe la necesidad de redistribuir los ingresos y el capital a través
de procesos fuera del mercado”.[18]
Además, el sabio Aristóteles,
maestro de Occidente, enseñó en “La Política”, una de sus obras magistrales,
que un factor clave para la estabilidad social y económica es la existencia de
una numerosa CLASE MEDIA, pues cuando ésta supera en cantidad a los dos
extremos – pobres y ricos – se eliminan los peligros de tensiones y de
estallidos sociales.
Por ello es indispensable orientar el interés del Estado
a la creación y defensa de una clase media próspera, porque excesiva riqueza y
demasiada pobreza son extremos que no conducen a nada bueno.[19]
Finalmente, concluimos con Carlos Castillo Peraza sobre la responsabilidad social en una
Economía Social y Ecológica de Mercado:
“Vistas así las
cosas, distribuir la propiedad, compartir las decisiones, planear comunitariamente
el trabajo en el seno de las unidades de producción, es dar vida concreta al
destino común de los bienes materiales y, en el sentido exacto del término,
hacer social la economía
de mercado...
“Afirmamos
asimismo, que para hacer social la economía, son necesarios cuerpos intermedios
sanos, democráticos, autónomos frente al gobierno, frente al Estado, frente a
los partidos políticos, y un Estado democrático, fuerte por democrático,
"capaz
de ser el ámbito desde el que se exige a personas y grupos sociales el
cumplimiento de sus responsabilidades, y no sustituto de quienes deben
cumplir éstas”.[20]
Léase en este mismo blog:
“Manuel Gómez
Morín :
Precursor de la Economía Social de Mercado en México”:
“La Economía Social de Mercado enjuicia a Ernesto Zedillo”:
NOTAS
[1] Manuel Gómez Morín. Informe a la VI Convención Nacional de
Acción Nacional, rendido el 5 de febrero de 1948, en Manuel Gómez
Morín, constructor de instituciones (Antología), Compilación y estudio
introductorio de Carlos Castillo Peraza, Fondo de Cultura Económica, México
1994, p. 269
[2] Preciado Hernández, Rafael. Lecciones de Filosofía del
Derechos, UNAM, México 1982, p. 91
[3] Gómez Morín, Manuel. Democracia en lo social y en lo económico,
en González Luna, Christlieb Ibarrola, Preciado Hernández, Gómez Morín,
González Torres. La Democracia en México, Colección Panorama No. 8, JUS,
México 1962, pp. 98, 104-105
[4] Cf. Loza Macías,
Manuel. Sacerdote jesuita. Graduado en Economía Política (Universidad Estatal
de Nueva York), Doctor en Economía (Universidad Católica de Milán), Licenciado
en Teología (Colegio Máximo de San Francisco de Borja, Barcelona), Doctor en
Filosofía (UNAM), director del departamento de estudios económicos y sociales
de la Unión Social de Empresarios Mexicanos (USEM). Cf. Socialización y socialismo, en Revista
USEM, Unión Social de Empresarios Mexicanos, julio-agosto, México 1974
[5] Preciado Hernández, Rafael. La Democracia en México:
Democracia y Partidos Políticos, en Antología, EPESSA, México 1992,
pp. 126-130
[6] Vélez Correa, S.J., Jaime. El Hombre: Un Enigma, Antropología
filosófica, Colección de textos básicos para seminarios latinoamericanos,
Vol. II, Conferencia del Episcopado Mexicano, CELAM, México 1995, pp. 241-242
[7] La Economía Social de Mercado y América Latina, en Palabra,
Revista doctrinal e ideológica del Partido Acción Nacional, Año 5, No. 20,
abril/junio, EPESSA, México 1992, p. 23
[8] Cf. Wagner Carlos. La tercera vía, en Palabra,
Revista doctrinal e ideológica del Partido Acción Nacional, Año 12, No. 47,
enero-marzo, México 1999, pp. 11-28
[9] Cf. Albert, Michel. Capitalismo contra Capitalismo,
Editorial Paidós, México 1992
[10] Cf. Höffner, Card. Joseph. Sistemas Económicos y Ética Económica, Normas de
Doctrina Social Católica, IMDOSOC, México 1987
[11] Cf. Sertillanges, O.P., A.D. La Idea de Creación,
Progreso, México 1997
[12] S.S. Juan Pablo II. Paz con Dios Creador, Paz con toda la
Creación, Mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz,
1de enero de 1990
[13] Auping Birch, Dr. Juan. Entre Socialismo y Neoliberalismo, Una
alternativa para América Latina, Fundación Konrad Adenauer (Edit.).
Instituto de Proposiciones Estratégicas, IMDOSOC, México 1992,
p. 61
[14] Loza Macías, Dr. Manuel. A Propósito de la Encíclica Mater
et Magistra, Colección Panorama No. 9, Editorial JUS, México 1963, pp.
141-145
[15] Cf. Lampert, Heinz. El orden económico y social de la República Federal de Alemania, Unión Editorial, S.A., Konrad Adenauer Stiftung, Madrid 1990
[16] Cf. Utz, Arthur F. La empresa como dimensión del mundo del
trabajo: ¿ el trabajador como socio ?, Colección Humanum, Editorial Herder,
Barcelona 1986
[17] Cf. Loza Macías, S.J., Manuel. Mensajes Sociales para el Mundo
de Hoy, Unión Social de Empresarios Mexicanos (USEM), IMDOSOC, México 1992,
p. 183
[18] Jakob, Richard. Política social en la Economía Social de
Mercado. ¿Qué significa “social” en el concepto de Economía Social de Mercado?,
en Contribuciones, revista trimestral de la Konrad Adenauer Stiftung,
A.C., Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo Latinoamericano
(CIEDLA), julio-septiembre, Buenos Aires 1992, p. 88
[19] Cf. Hirschberger, Johannes. Historia de la Filosofía, Tomo I,
Herder, Barcelona 1985, p. 213
[20] Castillo Peraza, Carlos. Empresarios, trabajadores y Estado
mexicano, en Fundación Konrad Adenauer (Cooperación Internacional), México
ante nuevos retos, México 1993, p. 110